sábado, 31 de marzo de 2012

La democracia según los sindicatos españoles.


La Huelga General del 29 de marzo se ha celebrado democráticamente acorde al derecho de reivindicar los derechos laborales y defender los intereses de los trabajadores; no obstante, estos intereses parecen no estar en consonancia con los motivos y fines sindicales.

Ha sido una huelga politizada y protagonizada por unos sindicatos que han visto reducidas las subvenciones estatales en un 20%; y claramente alentados por un PSOE que no encaja bien las derrotas electorales. Los sindicatos pierden credibilidad ante el ciudadano bien informado, y es que han actuado como el brazo sindical de cierta izquierda, comportándose como auténticos estómagos agradecidos. En este sentido cabe subrayar la pasividad de los sindicatos ante el anterior gobierno de Zapatero; y su incapacidad de actuar ante la escandalosa cifra de cinco millones de parados.

El comportamiento sindical no se ha correspondido con los valores democráticos inherentes al ejercicio de la huelga; ya que no es lógico inflamar su causa de carácter democrático y reivindicativo y exigir respeto, mientras son incapaces de respetar la libre elección de otros a acudir a sus puestos de trabajo. Es curioso la actitud dictatorial de los líderes sindicales a la hora de escudarse en la supuesta defensa de los derechos laborales, incluso de aquellos que no han acudido a la huelga.

En un artículo anterior me preguntaba cuál sería el comportamiento de los piquetes informativos con respecto a los trabajadores que decidieran acudir a sus puestos de trabajo. Como esperaba, muchos de los que quisieron incorporarse a su jornada laboral se vieron dificultados por los antes mencionados piquetes informativos; que más bien merecen el adjetivo de “coactivos”, siendo buque insignia de ese comportamiento el actor Willy Toledo, denunciado junto a sus camaradas sindicales por destrozar supuestamente el bar de un peruano.

De lo anteriormente expuesto se desprenden imágenes tales como la obstaculización de la entrada de camiones a Merca Madrid; las acciones encaminadas a paralizar el desarrollo de la vida ciudadana; la coacción a pequeños y medianos comerciantes para que cierren sus negocios; y la intolerable acción de colocar silicona a la cerradura de entidades bancarias o pegar pegatinas a los retrovisores de guaguas con vistas a impedir la realización del servicio, entre otras muchas acciones vandálicas.

Los españoles deben ser conscientes de esto e informarse, actuar y opinar desde un punto de vista crítico y objetivo. Todo ello contribuirá a la mejora de nuestra imperfecta democracia, que se ha visto ultrajada por el comportamiento totalitario de los sindicatos; que parecen incapaces de adquirir responsabilidad en el uso de la libertad que les otorga la Constitución de 1978.

Personalmente, secundaré una huelga general cuando sea protagonizada por verdaderos sindicatos cuyo único fin sea la defensa de los derechos laborales; y no movidos por fines ideológicos o políticos.

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