El tema de la República no trae en
España muy bueno recuerdos y actualmente es motivo de división entre españoles, acentuado y manipulado por ciertos grupos políticos con
intereses partidistas.
El ambiente es propicio para pensar en el asunto: los excesos de una clase política en la que el
pueblo no confía; una crisis económica que empobrece a una
mayoritaria clase media y una democracia que parece deteriorarse por
momentos. Esta combinación de incidencias hacen que gran parte de la
población se pregunte y cuestione sobre algunos de los pilares que
fundamentan nuestra actual democracia, cuya expresión máxima es la
Constitución de 1978; pero sobre todo se cuestionan la necesidad de
la figura monárquica. Por otra parte, son muchos los que defienden
que la República no solucionaría los grandes problemas de España, principalmente la tasa de paro y la
corrupción; y que tampoco mejoraría las instituciones democráticas.
He intentado abordar este debate desde
la imparcialidad, el conocimiento y el espíritu crítico; únicas
vías para el análisis productivo y el crecimiento de la actividad
intelectual del individuo. La reivindicación republicana actual
nace, entre otras causas, de la búsqueda de soluciones, de rebelarse
contra un sistema que no da esperanzas, un sistema cuya máxima
figura es un monarca no elegido y de carácter vitalicio. No
obstante, ¿ayudaría una República a la regeneración del sistema?
En el republicanismo pueden
diferenciarse claramente dos corrientes: la primera, enarbolada
principalmente por la izquierda; parte desde una actitud
revanchista, evocando aquellos años treinta en los que supuestamente España era una auténtica democracia, muy adelantada para su época
y que fue brutalmente vulnerada por una derecha tradicionalista y
católica. La segunda corriente no parte desde consignas socialistas
o comunistas; es más, acoge en su seno a una derecha democrática con visión de futuro y sin estar atada a
los sucesos acaecidos hace 76 años, a diferencia de la izquierda.
Vamos a centrarnos en la primera
corriente; como expresé en un artículo anterior, España no puede enfrentarse a los retos del futuro y mucho menos salir de la crisis
sin unidad nacional ni espíritu de trabajo. Es demasiado complejo
como para explicarlo en un sólo texto, pero sabemos que es de
actualidad la herencia de la Ley de Memoria Histórica, la apertura
de fosas y la investigación por parte del juez Garzón de crímenes
franquistas. Si instauramos una República basada en la de 1931, en
su carácter "totalmente democrático" y con el deseo de ser justos con
aquellos republicanos que murieron en la Guerra Civil; no estaremos
siendo objetivos con la Historia, ni mucho menos con los fallecidos
de ambos bandos.
¿Por qué sería un error basar la
supuesta III República española en la que establecía la
Constitución de 1931? Por una sencilla razón, y es que la II
República no fue totalmente democrática, en el sentido de que la
izquierda no estuvo libre de pecado en la caída de la misma. Se
tiene asumido en la conciencia popular que la izquierda en su
conjunto fue respetuosa con la República y tuvo que soportar las
conspiraciones de una derecha rancia y golpista; todo esto es falso
en gran medida.
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