jueves, 1 de marzo de 2012

¿Es la República el camino? (I)


El tema de la República no trae en España muy bueno recuerdos y actualmente es motivo de división entre españoles, acentuado y manipulado por ciertos grupos políticos con intereses partidistas.

El ambiente es propicio para pensar en el asunto: los excesos de una clase política en la que el pueblo no confía; una crisis económica que empobrece a una mayoritaria clase media y una democracia que parece deteriorarse por momentos. Esta combinación de incidencias hacen que gran parte de la población se pregunte y cuestione sobre algunos de los pilares que fundamentan nuestra actual democracia, cuya expresión máxima es la Constitución de 1978; pero sobre todo se cuestionan la necesidad de la figura monárquica. Por otra parte, son muchos los que defienden que la República no solucionaría los grandes problemas de España, principalmente la tasa de paro y la corrupción; y que tampoco mejoraría las instituciones democráticas.

He intentado abordar este debate desde la imparcialidad, el conocimiento y el espíritu crítico; únicas vías para el análisis productivo y el crecimiento de la actividad intelectual del individuo. La reivindicación republicana actual nace, entre otras causas, de la búsqueda de soluciones, de rebelarse contra un sistema que no da esperanzas, un sistema cuya máxima figura es un monarca no elegido y de carácter vitalicio. No obstante, ¿ayudaría una República a la regeneración del sistema?

En el republicanismo pueden diferenciarse claramente dos corrientes: la primera, enarbolada principalmente por la izquierda; parte desde una actitud revanchista, evocando aquellos años treinta en los que supuestamente España era una auténtica democracia, muy adelantada para su época y que fue brutalmente vulnerada por una derecha tradicionalista y católica. La segunda corriente no parte desde consignas socialistas o comunistas; es más, acoge en su seno a una derecha democrática con visión de futuro y sin estar atada a los sucesos acaecidos hace 76 años, a diferencia de la izquierda.

Vamos a centrarnos en la primera corriente; como expresé en un artículo anterior, España no puede enfrentarse a los retos del futuro y mucho menos salir de la crisis sin unidad nacional ni espíritu de trabajo. Es demasiado complejo como para explicarlo en un sólo texto, pero sabemos que es de actualidad la herencia de la Ley de Memoria Histórica, la apertura de fosas y la investigación por parte del juez Garzón de crímenes franquistas. Si instauramos una República basada en la de 1931, en su carácter "totalmente democrático" y con el deseo de ser justos con aquellos republicanos que murieron en la Guerra Civil; no estaremos siendo objetivos con la Historia, ni mucho menos con los fallecidos de ambos bandos.

¿Por qué sería un error basar la supuesta III República española en la que establecía la Constitución de 1931? Por una sencilla razón, y es que la II República no fue totalmente democrática, en el sentido de que la izquierda no estuvo libre de pecado en la caída de la misma. Se tiene asumido en la conciencia popular que la izquierda en su conjunto fue respetuosa con la República y tuvo que soportar las conspiraciones de una derecha rancia y golpista; todo esto es falso en gran medida.  

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