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domingo, 18 de agosto de 2013

"Los Miserables", de Víctor Hugo

Este artículo nace como reflexión sobre el contenido de cierta novela publicada en 1862 bajo el título de
“Los Miserables”, escrita por Víctor Hugo. Cualquiera ha oído mencionar este escritor y la gran altura intelectual de sus obras; quien haya profundizado en su figura habrá comprobado su vocación política y las consecuencias derivadas de su compromiso ideológico, como el exilio. Definitivamente, Víctor Hugo fue un destacado intelectual del siglo XIX y uno de los personajes más ilustres de la Historia contemporánea de Francia y Occidente.

Todos le atribuyen elogios sin ni tan siquiera haber leído previamente cualquiera de sus obras. Sin embargo, tras la lectura de “Los Miserables” lo expuesto anteriormente no varía un ápice; de hecho, las virtudes expuestas son incapaces de abarcar en su totalidad la grandeza del autor y su obra. Existe un antes y un después tras la lectura de esta novela; quien considere la literatura un goce aprenderá lecciones vitales, emprenderá una revisión interna que le llevará a crecer intelectual y espiritualmente. En todos los sentidos, esta obra de arte constituye un gran alimento para el alma inquieta que busca respuestas en el torbellino de la realidad, bajo la incorruptibilidad y coherencia de los principios.

“Los Miserables” constituye un monumento de reflexión filosófica, política y religiosa. Para un ser humano ávido de conocimiento y debate, esta novela representa una explosión de crítica hacia los hombres, los sistemas políticos y las leyes; y de denuncia hacia la hipocresía e incoherencia social. Interiorizar esta obra literaria permite al lector detener el tiempo en el dinamismo y vorágine social, fijar la vista en los más desfavorecidos y encontrar un amplio abanico de personajes: héroes, villanos y mártires. Además, cada capítulo se encuentra plagado de reflexiones que permiten navegar en el océano de los sentimientos más sublimes.

Víctor Hugo sitúa al lector en el contexto histórico del momento, impartiendo una magistral clase de Historia contemporánea y mostrando los defectos de la primera formulación del Estado liberal, testigo de la agonía del absolutismo. Durante el s.XVIII la monarquía absolutista frenó el avance del comercio y la economía; la seguridad que proporcionaba frente al feudalismo había pasado a mejor vida. Además, las aspiraciones de la burguesía pujante confrontaron con los estrictos controles y requisas estatales. La Ilustración y los precedentes históricos, combinados con el malestar social y la estrategia burguesa, constituyeron el caldo de cultivo para las dos grandes revoluciones del s.XVIII.

En un primer momento, los derechos y libertades eran efectivos únicamente para cierta minoría privilegiada, siendo muestra de ello el sufragio censitario. La Constitución representaba un mero marco político, de carácter programático y vulnerable a reformas arbitrarias, debido a la inexistencia de mecanismos jurídicos de aplicación y estabilidad temporal. Víctor Hugo recoge las demandas de la clase media y popular, ilustra de forma sublime el camino a seguir para la consecución del Estado social y democrático. En su línea visionaria, el escritor demanda un Estado más comprometido con los desfavorecidos, que proteja a aquellos pilluelos huérfanos de París y garante de unas condiciones dignas para los obreros.

Ese modelo de convivencia tan sólo aparecerá como fruto de la evolución del Estado liberal, presionado por las demandas de la clase media y el movimiento obrero, siendo grandes rivales ideológicos el fascismo y el socialismo. Será después de las dos conflagraciones mundiales cuando las Constituciones adquirirán auténtico carácter vinculante y asegurarán la existencia del Estado democrático y social, donde se lucha frente a las desgarradoras escenas que Víctor Hugo describe. También merece la pena mencionar su discurso en la Conferencia de la Paz de 1849 en París, donde el intelectual apuesta por la unidad de Europa consagrándose como precursor de la Unión Europea.

La persecución del policía Javert sobre Juan Valjean representa uno de los debates más prolíficos del Derecho, y es la no necesaria coincidencia entre legalidad y justicia. Víctor Hugo muestra que el cumplimiento de la ley no siempre es sinónimo de justicia, que la obediencia ciega a los códigos obviando principios morales puede conducir a excesos. La situación filosófico-jurídica francesa del s.XIX es reflejada perfectamente, predominando el tenor literal de los textos legales y la prohibición de cualquier clase de interpretación judicial. En definitiva, intentar evitar la arbitrariedad condujo a la obediencia ciega de la ley y al olvido del derecho natural, error que permitió al Estado nazi cometer los excesos del Holocausto amparándose en la ley.

Como conclusión, debemos tener en cuenta que el Estado democrático no es definitivo, es susceptible de sufrir retrocesos, siendo por ello un continuo aprendizaje. En esta línea, los ciudadanos deben ser críticos con la actuación de sus representantes, concienciarse sobre la importancia de su voto y el sacrificio que ha supuesto alcanzar la democracia.

martes, 21 de agosto de 2012

Sánchez Gordillo, aberración política


La primera vez que escuché a Sánchez Gordillo fue en una entrevista concedida a Jordi Évole, tácito admirador, en la cual explicaba las facilidades para conseguir vivienda y trabajo en Marinaleda. El alcalde andaluz era un tanto peculiar, ambientando su despacho una bandera de la fracasada II República y un cuadro de un personaje ajeno al sistema legal e institucional español, un personaje de dudosa admiración: el Ché Guevara.

Un punto clave en el armonioso funcionamiento del pueblo era la forma en que se invertían los ingresos del ayuntamiento, organizando una batida las autoridades para conocer la opinión de los vecinos. No obstante, la parafernalia vinculada al Sindicato Andaluz de Trabajadores y las cuantiosas subvenciones recibidas por la Junta de Andalucía son los factores que han permitido el "éxito" local de su democracia asamblearia.

En otro plano, como nacionalista comprometido a luchar por “esa nación sin soberanía llamada Andalucía”, el alcalde de Marinaleda niega el trabajo y la vivienda a quien no sea del pueblo. Por ello surgen algunos interrogantes: ¿Cómo puede compaginar comunismo y nacionalismo? ¿Podríamos concluir que ambas ideologías comparten cierta incoherencia? ¿Podríamos llegar a pensar que tienen algo en común? ¿O simplemente Sánchez Gordillo es un farsante sin principios?

Este señor proclama el fracaso del capitalismo y promociona su destrucción, mientras defiende un sistema trasnochado cuyo fracaso e intentos por ocultarlo son evidentes en la URSS, Cuba o Corea del Norte. Gordillo ignora la imposibilidad de sustituir un sistema que, con evidentes fallos, reporta más riqueza y bienestar que cualquier otro que se haya inventado. Siguiendo la línea ideológica de Willy Toledo, se posiciona junto a los estados totalitarios que aplastan cualquier atisbo de discrepancia política, defendiendo consecuentemente los regímenes cubano y norcoreano.

El asalto a un supermercado junto a sus amigos sindicalistas “captasubvenciones”, hizo que su nombre saltara a la palestra por segunda vez. A pesar que los alimentos fueron repartidos entre familias necesitadas, el acto constituye un delito injustificable y una falta de responsabilidad política. Muchas familias se encuentran en circunstancias pésimas pero se niegan a robar, encontrando refugio en comedores sociales, organizaciones benéficas y la Iglesia. Por lo tanto, resulta evidente que la sociedad española no necesita un falso Robin Hood. 

El asalto al Mercadona, empresa creadora de empleo durante la crisis, constituyó un acto cobarde, siendo muy fácil para la tropa sindicalista empujar y amedrentar a las humildes cajeras, quienes únicamente defendían sus puestos de trabajo y el sustento de sus familias. Los vídeos que circulan por la red muestran la deleznable forma en que los asaltantes arramplaron con los carros, ante el estado de nerviosismo y ansiedad de las trabajadoras del supermercado.


Siguiendo la crítica realizada por Toni Cantó, me asaltan algunas dudas: ¿Por qué Sánchez Gordillo no atraca un banco? ¿Por qué el alcalde comunista no tiene la valentía de asaltar un furgón blindado? ¿Son los humildes trabajadores de Mercadona sus enemigos? ¿Quién puede asegurar que el próximo asalto no lo sufra un humilde tendero? ¿No se da cuenta Sánchez Gordillo que actúa contra los que torpemente pretende defender? 

La actitud del alcalde andaluz supone un insulto a la democracia, no sólo por la cobardía de asaltar un supermercado que dispensa buen trato a sus empleados, sino también por ser un distinguido proetarra. Aquí se puede apreciar la carencia de seriedad democrática y los disparatados proyectos políticos del señor Gordillo; por todo ello, la justicia debe actuar e impedir comportamientos de esta clase.

Como conclusión final, el objetivo del falso justiciero comunista es crear un ambiente similar al intento de revolución asturiana de 1934. Siguiendo la estela de la izquierda irracional de aquella época, el alcalde de Marinaleda no descansará hasta tumbar a un gobierno legítimamente constituido.

viernes, 29 de junio de 2012

Crítica a panfleto socialista, tercera parte.


Los indicadores económicos, de desarrollo y de calidad de vida muestran que países definidos por el autor como de “izquierdas” (Cuba, Venezuela y Bolivia), se encuentran por detrás de Argentina, Brasil y México; aunque es importante aclarar que el gobierno argentino ha puesto en marcha políticas populistas, siendo un gran ejemplo la nacionalización de YPF Repsol, cuya consecuencia será el descenso de la inversión extranjera y por ende, un posible estancamiento económico.

Según datos aportados por The Heritage Foundation, en colaboración con el Wall Street Journal, la libertad económica está reprimida en esos países de “izquierdas”, con una puntuación inferior al 49,9; mientras países con economías moderadamente libres como Chile o Uruguay superan el 60,0. 

Es evidente que los países latinoamericanos emergentes crecen en base al sistema capitalista, siguiendo las líneas de inversión extranjera, potenciación de la industria y liberalización económica. Además, los PIB per cápita más elevados de América Latina pertenecen a México, Argentina y Chile; encontrándose por encima de países como Venezuela, donde se registró en 2010 la mayor inflación anual por quinto año consecutivo, siendo junto con Haití las dos únicas regiones latinoamericanas en recesión económica durante el año 2010.

Con respecto a sus competidoras capitalistas, la renta per cápita venezolana ha caído en picado desde la década de los 80; al mismo tiempo, Chile crecía a un ritmo vertiginoso y Colombia se aproximaba cada vez más a la media aportada por Venezuela.

No se debe cerrar este punto sin nombrar la segunda potencia económica mundial: China, que ha logrado un desarrollo económico espectacular al poner en práctica un capitalismo despiadado y salvaje. No obstante, esa creación de riqueza no conlleva un aumento del desarrollo humano; y es que China es una potencia híbrida, combinando un sistema económico capitalista con un régimen político comunista. Todo ello se traduce en un nivel de miseria poblacional considerable.

Finalmente, tras acabar con el comentario sobre política económica, el autor sugiere que “una persona que tiene bien clara su ideología de izquierdas, lee los programas electorales de su partido o cualquier otro de izquierda real (aunque previamente, sepa cuales son), y desde luego jamás votará a un partido de derechas”. No obstante, leer los programas electorales de los partidos políticos es algo que hace cualquier persona consciente de la responsabilidad del voto, independientemente de la ideología que defienda.

Por lo tanto, planteo una serie de preguntas al autor: ¿Cuántas personas se hacen llamar de “izquierdas” y ni tan siquiera saben lo que significa? ¿Cuántos progresistas se han leído los programas políticos de los partidos que votan? ¿No será que eso de no leer los programas electorales es un mal general que se eleva por encima de ideologías?

Es muy típico de los extremismos coartar la libertad del individuo, por tanto: ¿Por qué la persona de izquierdas debe estar atado a no votar a un partido de derechas? ¿Acaso la persona de izquierdas no es libre de votar a quien quiera? ¿Por qué el autor la circunscribe a votar únicamente partidos de izquierdas? ¿No será que el autor comparte rasgos con la izquierda irracional?

Finalmente, el autor del panfleto que yo he criticado, ha censurado en su página web lo expuesto en el Blog de Santacrucero, demostrando su incoherencia y actitud totalitaria. Ser demócrata significa predicar con el ejemplo y respetar las opiniones de los demás, combatiéndolas mediante argumentos, nunca con la censura.




sábado, 23 de junio de 2012

Crítica a panfleto socialista, segunda parte.


Posteriormente, el autor nombra ciertos conceptos fundamentales asociados al planteamiento de izquierdas: “separación plena entre el Estado y cualquier confesión religiosa o monárquica”, “lucha por la igualdad entre residentes, foráneos y no creencia en las fronteras”, “la repatriación supone un insulto a la democracia y los derechos civiles”; y “un contrato de trabajo no puede negociarse íntegramente por empresario y trabajador; hay que garantizar un empleo y el cumplimiento de los derechos de los trabajadores por el que el empresario no pueda despedir y hacer lo que quiera cuando quiera con los empleados”.

En primer plano, el autor olvida consciente o inconscientemente la separación entre el Estado y otros tipos de confesión; es decir, no sólo religiosas o monárquicas, sino también militares y sindicales, siendo muy poco nítida la separación entre estas últimas y el anterior Gobierno. En segundo término, es injusto que un foráneo tenga los mismos derechos sociales que cualquier residente que haya cotizado y pagado sus impuestos religiosamente. Eso no impide sensibilizarse con la situación de los inmigrantes, pero debemos ser más sensibles con aquellos que más contribuyen al mantenimiento del Estado de bienestar.

En un mismo sentido, la repatriación no supone un insulto a la democracia, simplemente es la consecuencia lógica del incumplimiento de leyes que van encaminadas al desarrollo de una inmigración controlada y responsable.

La relación entre trabajador y empresario merece una crítica más amplia y mejor argumentada; para empezar, en España existe una visión muy negativa de lo que supone ser empresario. Es decir, muchos opinan que seguimos en el s.XIX con respecto a materia laboral, apoyando sus teorías en la última Reforma Laboral, que según ellos aumenta el poder del empresario explotador y cuyo único beneficiado es la élite empresarial.

Con ello, la izquierda irracional pretende situar en un mismo plano a las grandes empresas, las PYMES y los autónomos; ignorando o tal vez queriendo ignorar que los principales beneficiados de la reforma laboral son los dos últimos, que suponen el 95% del tejido productivo nacional. Los detractores se apoyan en el abaratamiento del despido, sin embargo ignoran que la reforma consta de 13 puntos más; y que realmente nuestra tasa de desempleo no está relacionada con nuestra legislación laboral.

Quiero decir con ello que con una legislación laboral mucho más estricta, España no ha podido evitar una tasa de desempleo superior al 24%; mientras que otros países europeos como Austria, con un marco laboral mucho más flexible, tienen una tasa de desempleo inferior al 8%.

Además, cada empresa es un ecosistema en sí mismo, no pudiendo en muchas ocasiones cumplir con los convenios sectoriales; por lo que a veces al empresario no le queda más remedio que la negociación directa con los trabajadores, especialmente cuando la empresa se encuentra al borde de la quiebra.

Por otra parte, el autor del artículo pierde totalmente el contacto con la realidad cuando pone como ejemplo a seguir algunos países de América Latina, donde “tienen gobiernos de izquierda por las políticas que están llevando a cabo”; posteriormente, el autor acusa a los medios de comunicación occidentales de “manipular” la información para que las políticas de Hugo Chávez parezcan populistas e incluso dictatoriales.

En primer lugar, la presidencia de Hugo Chávez entra en conflicto con el primer punto del programa que debe tener cualquier formación de izquierdas, y es que el mandatario venezolano no deja de ser un militar. Por lo tanto, ¿Dónde queda esa esa separación plena entre el Estado y cualquier otro tipo de formación? ¿Realmente distorsionan la realidad los medios de comunicación occidentales? ¿No se acuerda el autor de las nacionalizaciones a las que ha sometido Chávez a algunas cadenas televisivas venezolanas?

viernes, 2 de marzo de 2012

¿Es la República el camino? (II)


El Pacto de San Sebastián (1930) entre republicanos, socialistas y nacionalistas fue responsable de la caída de la Monarquía tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931; y que los meses posteriores traerían la aprobación de una Constitución marcadamente progresista. No obstante, el estrepitoso fracaso de la Reforma Agraria proyectado por Azaña, contribuyó a dar la victoria a la Confederación Española de Derechas Autónomas.

Es imposible negar que amplios sectores de la izquierda, sobre todo sindicatos como la Confederación Nacional del Trabajo y la Unión General de Trabajadores, pusieron la zancadilla desde el primer momento a la derecha, siendo guiados por los planteamientos de Bakunin y Karl Marx. Como prueba de ello podemos nombrar la revolución asturiana de octubre de 1934 y la proclamación del Estado catalán por parte de Companys. Por tanto, sería un error proclamar la III República inspirándonos en la segunda, ya que su desarrollo no fue para nada democrático ni políticamente estable.

Centrándonos en la segunda corriente republicana, los argumentos que se manejan son un tanto distintos con respecto a la primera; y es que no nacen de un sentimiento revanchista, sino de argumentos lógicos, como puede ser la conciencia de que la institución monárquica es anacrónica, supone un gran gasto público y está condenada a desaparecer. No obstante, y a pesar de que yo no encuentro mucha diferencia entre mantener con dinero público a un político (el Presidente de la República) y al Rey; valoro sobremanera esta corriente, que no nace como herramienta de crispación entre compatriotas, sino que nace para mejorar la calidad institucional de la democracia, sin negar el papel fundamental que jugó en su implantación Juan Carlos I.

Por otra parte, algo destacable de esta tendencia es que integra todos los planteamientos políticos, incluida la derecha, es decir, se puede ser de derechas y republicano.

La conclusión a la que llego es que la sociedad y vida política españolas no son lo suficientemente maduras como para asimilar este gran cambio con responsabilidad; es decir, el mal no está en la República sino en su mala utilización. Por tanto, ¿seremos verdaderamente capaces algún día de superar el fracaso de la II República, la Guerra Civil y la Dictadura franquista? ¿puede ser viable en un futuro la proclamación de la III República Española sin estar condicionada y utilizada para distorsionar nuestra Historia?


jueves, 1 de marzo de 2012

¿Es la República el camino? (I)


El tema de la República no trae en España muy bueno recuerdos y actualmente es motivo de división entre españoles, acentuado y manipulado por ciertos grupos políticos con intereses partidistas.

El ambiente es propicio para pensar en el asunto: los excesos de una clase política en la que el pueblo no confía; una crisis económica que empobrece a una mayoritaria clase media y una democracia que parece deteriorarse por momentos. Esta combinación de incidencias hacen que gran parte de la población se pregunte y cuestione sobre algunos de los pilares que fundamentan nuestra actual democracia, cuya expresión máxima es la Constitución de 1978; pero sobre todo se cuestionan la necesidad de la figura monárquica. Por otra parte, son muchos los que defienden que la República no solucionaría los grandes problemas de España, principalmente la tasa de paro y la corrupción; y que tampoco mejoraría las instituciones democráticas.

He intentado abordar este debate desde la imparcialidad, el conocimiento y el espíritu crítico; únicas vías para el análisis productivo y el crecimiento de la actividad intelectual del individuo. La reivindicación republicana actual nace, entre otras causas, de la búsqueda de soluciones, de rebelarse contra un sistema que no da esperanzas, un sistema cuya máxima figura es un monarca no elegido y de carácter vitalicio. No obstante, ¿ayudaría una República a la regeneración del sistema?

En el republicanismo pueden diferenciarse claramente dos corrientes: la primera, enarbolada principalmente por la izquierda; parte desde una actitud revanchista, evocando aquellos años treinta en los que supuestamente España era una auténtica democracia, muy adelantada para su época y que fue brutalmente vulnerada por una derecha tradicionalista y católica. La segunda corriente no parte desde consignas socialistas o comunistas; es más, acoge en su seno a una derecha democrática con visión de futuro y sin estar atada a los sucesos acaecidos hace 76 años, a diferencia de la izquierda.

Vamos a centrarnos en la primera corriente; como expresé en un artículo anterior, España no puede enfrentarse a los retos del futuro y mucho menos salir de la crisis sin unidad nacional ni espíritu de trabajo. Es demasiado complejo como para explicarlo en un sólo texto, pero sabemos que es de actualidad la herencia de la Ley de Memoria Histórica, la apertura de fosas y la investigación por parte del juez Garzón de crímenes franquistas. Si instauramos una República basada en la de 1931, en su carácter "totalmente democrático" y con el deseo de ser justos con aquellos republicanos que murieron en la Guerra Civil; no estaremos siendo objetivos con la Historia, ni mucho menos con los fallecidos de ambos bandos.

¿Por qué sería un error basar la supuesta III República española en la que establecía la Constitución de 1931? Por una sencilla razón, y es que la II República no fue totalmente democrática, en el sentido de que la izquierda no estuvo libre de pecado en la caída de la misma. Se tiene asumido en la conciencia popular que la izquierda en su conjunto fue respetuosa con la República y tuvo que soportar las conspiraciones de una derecha rancia y golpista; todo esto es falso en gran medida.  

martes, 19 de julio de 2011

Han pasado 75 años (1936-2011)


El 18 de julio se cumplieron 75 años del estallido de la Guerra Civil Española, un conflicto que dividió en dos a España y la sumió en uno de sus más negros capítulos.

Este artículo no lo quiero enfocar desde un punto de vista histórico sino desde las conclusiones que en mí despierta. Como en muchos sucesos históricos, existe una manipulación y distorsión con fines ideológicos o políticos. En este sentido recordaré una frase de Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en una verdad”.

Debemos preguntarnos imparcialmente por el motivo de la Guerra Civil. De sobra son conocidas las afirmaciones acerca del carácter poco democrático de Franco o su intención de destruir la República desde sus inicios, pero verdaderamente estas afirmaciones no tienen base sólida. Las cosas no son tan sencillas y es que en España se había puesto en marcha un movimiento revolucionario con perspectivas a una bolchevización. Me baso en actitudes y comportamientos de la izquierda (PSOE, PCE...) fuertemente influenciados desde Moscú.

Cualquiera que niegue que Moscú influyó al gobierno de la República está equivocado y es que socialistas y comunistas, del país que fueran (incluida España), estaban influenciados en mayor o menor medida por la URSS. Esa influencia aumentó con el inicio de la guerra y la búsqueda de aliados por parte de los dos bandos. No pretendo librar de pecado a la derecha pero lo cierto es que el comportamiento de la izquierda tuvo muchísimo que ver con el estallido del conflicto, en contra de lo que actualmente se hace: simplificar el porqué.

Por otra parte, durante la dictadura franquista, los únicos que lucharon abiertamente contra el régimen fueron los comunistas, ni rastro de los socialistas que hoy en día se atribuyen haber combatido a Franco;  pretendiendo ganar la guerra después de que éste lleve 30 años muerto.

No pretendo meterme en el fangoso debate de legitimizar a uno de los bandos, simplemente pienso que debemos mirar hacia el futuro, conociendo nuestro pasado pero sin permitir que éste nos impida avanzar. Por tanto, formulo la pregunta de si es conveniente abrir fosas, retirar nombres a las calles, retirar el cuerpo del dictador del Valle de los Caídos...y un sinfín de acciones. Comprendo que los familiares de los fallecidos necesiten saber dónde están enterrados sus parientes pero ¿es necesario levantar tanta polvareda? ¿detrás de todo ésto se oculta un intento de retroceder a 1936?

Me siento en la obligación de repetir algo que ya he escrito y es que tal vez la instauración de una república no sería dañino para España, lo dañino para España sería la mala utilización de ese sistema. No creo que mi afirmación carezca de sentido, teniendo en cuenta pasadas experiencias.

Como reflexión final,  lo peor a lo que puede llegar un país es un conflicto civil que enfrente a compatriotas simplemente por diferencias políticas, culturales o ideológicas.

jueves, 23 de junio de 2011

El sinsentido del Comunismo

Estaba paseando por la céntrica plaza de La Candelaria en dirección a la Calle del Castillo, donde están ubicados los “indignados” tinerfeños. Muy cerca de allí se encuentra la “Cámara de Comercio” de Santa Cruz de Tenerife a cuyas puertas protestaban un grupo de “indignados”. Cuando pasé al lado del grupo, uno de ellos se acercó y me extendió un papel con proclamas del PCPC (Partido Comunista del Pueblo Canario).

Aquello me hizo reflexionar y es que hoy en día la corriente comunista no tiene sentido; esas ideas y sus aún defensores están completamente trasnochados. En el siglo XXI no hay cabida para una ideología que surgió a finales del XIX como reacción a las duras condiciones de vida de los obreros de las fábricas, que pronto pasaron a llamarse “proletarios”. Gracias a muchas de sus reivindicaciones se pudieron lograr una serie de derechos laborales, como pudo ser la reducción de la jornada laboral a 8 horas, la prohibición del trabajo infantil o la jornada de descanso.

En Rusia fue donde esta ideología proletaria rompió con todo el sistema establecido por los zares, un sistema que podemos denominar “medieval”. Allí se produjo una sangrienta revolución que acabó con la inauguración de una dictadura proletaria, donde la élite política comunista ostentaba una serie de privilegios mientras el resto de la URSS pasaba hambre y miserias, sometidos a un sistema en el que el Estado intervenía en todas las facetas de la vida pública y privada.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el comunismo continuó imparable atrayendo a su sistema a varios países como China, Cuba, Corea del Norte o Vietnam. A lo largo de la Guerra Fría y en la actualidad ha quedado de sobra demostrado que el sistema socialista no supone el reparto equitativo de la riqueza, sino el reparto equitativo de la pobreza, constituyendo un fracaso en todos aquellos países que lo han tenido como sistema.

Algo a destacar es el doble rasero con el que actúan estos comunistas y es que por una parte critican el sistema capitalista y todo lo que tenga que ver con él (ya sean banqueros o empresarios) pero no dejan de conducir sus “Mercedes” alemanes, de tener sus “iPhones” estadounidenses o ver la hora en un “Swatch” suizo. Si Carl Marx levantará la cabeza seguramente la volvería a enterrar. Los comunistas aprovechan cualquier cosa, esta vez ha sido el movimiento 15-M, para ir en contra del sistema; lo que comúnmente se denomina “subirse al carro”.

El Sistema Capitalista actual no tiene el mismo carácter extremo que en el siglo XIX pero sigue siendo muy competitivo y de supervivencia. No obstante, a pesar de sus desajustes, es el mejor sistema que se ha puesto en práctica, ya que garantiza las aspiraciones y libertades individuales.