Los indicadores económicos, de desarrollo y de calidad de vida
muestran que países definidos por el autor como de “izquierdas”
(Cuba, Venezuela y Bolivia), se encuentran por detrás de
Argentina, Brasil y México; aunque es importante aclarar que el
gobierno argentino ha puesto en marcha políticas populistas, siendo
un gran ejemplo la nacionalización de YPF Repsol, cuya consecuencia
será el descenso de la inversión extranjera y por ende, un
posible estancamiento económico.
Según datos aportados por The Heritage Foundation, en colaboración con el Wall Street Journal, la libertad económica está reprimida en esos
países de “izquierdas”, con una puntuación inferior al
49,9; mientras países con economías moderadamente libres como Chile
o Uruguay superan el 60,0.
Es evidente que los países latinoamericanos emergentes crecen en base al sistema capitalista, siguiendo las líneas de
inversión extranjera, potenciación de la industria y liberalización
económica. Además, los PIB per cápita más elevados de América
Latina pertenecen a México, Argentina y Chile; encontrándose por
encima de países como Venezuela, donde se registró en 2010 la mayor
inflación anual por quinto año consecutivo, siendo junto con Haití
las dos únicas regiones latinoamericanas en recesión económica
durante el año 2010.
Con respecto a sus competidoras capitalistas, la renta per cápita
venezolana ha caído en picado desde la década de los 80; al mismo
tiempo, Chile crecía a un ritmo vertiginoso y Colombia se aproximaba
cada vez más a la media aportada por Venezuela.
No se debe cerrar este punto sin nombrar la segunda potencia
económica mundial: China, que ha logrado un desarrollo económico
espectacular al poner en práctica un capitalismo despiadado y
salvaje. No obstante, esa creación de riqueza no conlleva un aumento
del desarrollo humano; y es que China es una potencia híbrida,
combinando un sistema económico capitalista con un régimen político
comunista. Todo ello se traduce en un nivel de miseria poblacional
considerable.
Finalmente, tras acabar con el comentario sobre política económica,
el autor sugiere que “una persona que tiene bien clara su
ideología de izquierdas, lee los programas electorales de su partido
o cualquier otro de izquierda real (aunque previamente, sepa cuales
son), y desde luego jamás votará a un partido de derechas”.
No obstante, leer los programas electorales de los partidos políticos
es algo que hace cualquier persona consciente de la responsabilidad
del voto, independientemente de la ideología que defienda.
Por lo tanto, planteo una serie de preguntas al autor: ¿Cuántas
personas se hacen llamar de “izquierdas” y ni tan siquiera saben
lo que significa? ¿Cuántos progresistas se han leído los programas
políticos de los partidos que votan? ¿No será que eso de no leer
los programas electorales es un mal general que se eleva por encima
de ideologías?
Es muy típico de los extremismos coartar la libertad del individuo,
por tanto: ¿Por qué la persona de izquierdas debe estar atado a no
votar a un partido de derechas? ¿Acaso la persona de izquierdas no
es libre de votar a quien quiera? ¿Por qué el autor la circunscribe
a votar únicamente partidos de izquierdas? ¿No será que el autor
comparte rasgos con la izquierda irracional?
Finalmente, el autor del panfleto que yo he criticado, ha censurado
en su página web lo expuesto en el Blog de Santacrucero, demostrando su incoherencia y actitud totalitaria. Ser demócrata significa predicar con el ejemplo y respetar las
opiniones de los demás, combatiéndolas mediante argumentos,
nunca con la censura.
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