Posteriormente, el
autor nombra ciertos conceptos fundamentales asociados al
planteamiento de izquierdas: “separación plena entre el Estado
y cualquier confesión religiosa o monárquica”, “lucha por la
igualdad entre residentes, foráneos y no creencia en las fronteras”,
“la repatriación supone un insulto a la democracia y los derechos
civiles”; y “un contrato de trabajo no puede negociarse
íntegramente por empresario y trabajador; hay que garantizar un
empleo y el cumplimiento de los derechos de los trabajadores por el
que el empresario no pueda despedir y hacer lo que quiera cuando
quiera con los empleados”.
En primer plano,
el autor olvida consciente o inconscientemente la separación entre
el Estado y otros tipos de confesión; es decir, no sólo religiosas
o monárquicas, sino también militares y sindicales, siendo muy poco
nítida la separación entre estas últimas y el anterior Gobierno.
En segundo término, es injusto que un foráneo tenga los
mismos derechos sociales que cualquier residente que haya cotizado y
pagado sus impuestos religiosamente. Eso no impide sensibilizarse con
la situación de los inmigrantes, pero debemos ser más sensibles con
aquellos que más contribuyen al mantenimiento del Estado de
bienestar.
En un mismo
sentido, la repatriación no supone un insulto a la democracia,
simplemente es la consecuencia lógica del incumplimiento de leyes
que van encaminadas al desarrollo de una inmigración controlada y
responsable.
La relación entre
trabajador y empresario merece una crítica más amplia y mejor
argumentada; para empezar, en España existe una visión muy negativa
de lo que supone ser empresario. Es decir, muchos opinan que seguimos en el s.XIX con respecto a materia laboral, apoyando sus teorías en
la última Reforma Laboral, que según ellos aumenta el poder del empresario
explotador y cuyo único beneficiado es la élite empresarial.
Con ello, la
izquierda irracional pretende situar en un mismo plano a las grandes
empresas, las PYMES y los autónomos; ignorando o tal vez queriendo
ignorar que los principales beneficiados de la reforma laboral son
los dos últimos, que suponen el 95% del tejido productivo nacional.
Los detractores se apoyan en el abaratamiento del despido, sin
embargo ignoran que la reforma consta de 13 puntos más; y que
realmente nuestra tasa de desempleo no está relacionada con nuestra
legislación laboral.
Quiero decir con
ello que con una legislación laboral mucho más estricta, España no
ha podido evitar una tasa de desempleo superior al 24%; mientras que
otros países europeos como Austria, con un marco laboral mucho más
flexible, tienen una tasa de desempleo inferior al 8%.
Además, cada
empresa es un ecosistema en sí mismo, no pudiendo en muchas
ocasiones cumplir con los convenios sectoriales; por lo que a veces
al empresario no le queda más remedio que la negociación directa
con los trabajadores, especialmente cuando la empresa se encuentra al
borde de la quiebra.
Por otra parte, el
autor del artículo pierde totalmente el contacto con la realidad
cuando pone como ejemplo a seguir algunos países de América Latina,
donde “tienen gobiernos de izquierda por las políticas que
están llevando a cabo”;
posteriormente, el autor acusa a los medios de comunicación
occidentales de “manipular” la información para que las
políticas de Hugo Chávez parezcan populistas e incluso
dictatoriales.
En primer lugar, la presidencia de Hugo Chávez entra en conflicto
con el primer punto del programa que debe tener cualquier
formación de izquierdas, y es que el mandatario venezolano no deja
de ser un militar. Por lo tanto, ¿Dónde queda esa esa separación
plena entre el Estado y cualquier otro tipo de formación? ¿Realmente
distorsionan la realidad los medios de comunicación occidentales?
¿No se acuerda el autor de las nacionalizaciones a las que ha
sometido Chávez a algunas cadenas televisivas venezolanas?
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