viernes, 29 de enero de 2010

Premio al Blog Inteligente


Gracias al Filoloco por aportar su granito de arena (cuando no lo hace con sus comentarios) al Blog de Santacrucero haciéndome merecedor del dicho premio. Gracias amigo ya que siempre es una satisfacción recibir premios de este tipo.

No he puesto antes este artículo porque tenía el PC en una revisión y he estado unas dos semanas sin él, y aún así tengo algunos flecos pendientes que solventar (cambiazo de teclado y ratón por ejemplo).


viernes, 1 de enero de 2010

El Santísima Trinidad y su intento de réplica



Las construcciones de navíos de tres puentes estuvo paralizada en España durante el s.XVIII debido a la fuerte recesión que sufría el país. No obstante, durante el segundo reinado Borbón, La Habana fue el astillero encargado de dotar a la nación española de nuevos buques de tres puentes.

Uno de esos primeros navíos de tres puentes por Real Orden del 12 de marzo de 1768 se llamó Santísima Trinidad. Botado a las once y media un 2 de marzo de 1769, el Trinidad medía unos 61 metros de eslora, aproximadamente 53 metros de quilla y 17 metros de manga, lo cual le concedía un tamaño extraordinario, siendo el buque más grande de la época.

Fue ordenado al departamento de Ferrol al mando de Joaquín de Maguna, iniciando la travesía el 19 de febrero de 1770 sin escolta. Llevaba provisionalmente 32 cañones de 24 libras y 14 de 8 y una dotación de 960 hombres. Debido a las tormentas del violento Océano Atlántico tuvo que hacer escala en Vigo, donde fue reparado de numerosas averías en las vergas de los palos de trinquete y mesana, zarpando el 9 de mayo y llegando a su destino el 15 del mismo mes.

Siguiendo las prácticas habituales de la Marina se hizo a la mar, junto a los navíos “Guerrero” y “Santo Domingo” , el 21 de julio para hacer las pruebas de navegación pertinentes, al mando de las cuales estaba Pedro González de Castellón y Salazar. En estas pruebas estaba artillado con 62 cañones de 24 libras, 32 de 12, 2 de 8, 16 de 6 y cuatro pedreros. Durante las pruebas que duraron hasta el 9 de agosto se descubrieron fallos en la construcción del navío como pudo ser el punto de escora.

Para arreglar estos defectos, el Santísima Trinidad entró en dique seco el 14 de marzo de 1778, bajándole la cámara alta y añadiéndole una falsa quilla con lo cual se intentaba estabilizar el centro de gravedad, que hacía al Trinidad una mole susceptible de vuelco.

En la Guerra de Independencia Norteamericana, el Trinidad formó parte de la flota de 42 navíos del Almirante Luis de Córdoba, que apoyaba a la escuadra francesa, cuyo objetivo era apoderarse del Canal de la Mancha para poder invadir Inglaterra. La escuadra francoespañola recibió numerosos buques de refuerzo lo cual llevó a situar su número final en 65. Nuestro buque permaneció destinado a la flotilla de observación, compuesta por 16 navíos de linea y 2 fragatas. He de decir que el Trinidad era la insignia de la flota y estaba al mando del capitán Fernando Daoiz.

Durante las misiones de bloqueo en el Canal de la Mancha no hay nada reseñable salvo los dos rayos que, el 19 de agosto de 1779, impactaron en la insignia española provocando algunos heridos.

De nada le sirvió a la flota combinada discutirle el control del Canal a los británicos, ya que debido a las enfermedades que los azotaban tuvieron que retirarse a Brest, donde fue cesado del cargo d´Orvilliers y nombrado sucesor el Conde Duchaffault de Besné el 22 de septiembre de 1779.

El Trinidad, por órdenes del Gobierno Español, pasó destinado al refuerzo del bloqueo de Gibraltar, que estaba al mando de Lángara. Cuando llegaron al Estrecho, el día 19, Córdoba tomó la decisión de fondear en aguas del mismo, informado de que Lángara había pasado al Mediterráneo debido al mal tiempo.

En diciembre, la flota de Córdoba, sufrió una réplica del temporal que había obligado a Lángara a retirarse a aguas mediterráneas. Tal fue la tormenta que el Trinidad estuvo a punto de perecer frente a las costas africanas, sin embargo, logró atracar el 31 de diciembre en Cádiz junto a los demás navíos españoles.

Durante 1780 estuvo destinado en aguas del Atlántico, cerca de Cádiz y Portugal. Nadie podía negar la grandeza del Trinidad y por eso, Córdoba lo volvió a elegir como insignia de la flota en aquel lugar. El 9 de agosto, la flota logró interceptar un convoy inglés de tropas y municiones que iba rumbo a las colonias inglesas de las Indias Orientales.

El 23 de julio de 1781, todavía en plena Guerra de Independencia de los EEUU, formó parte de otra flota combinada al mando de Córdoba, destinada a la reconquista de Menorca y una fulgurante campaña en aguas británicas. Después de recuperar una de las islas del principal archipiélago español, la flota del Trinidad capturó un convoy inglés de 19 navíos que iba rumbo a Terranova. El Trinidad también estuvo en aguas de Algeciras, rescatando parte de las dotaciones de baterías flotantes que habían atacado Gibraltar, con escaso resultado.

En 1782, se le forró el casco de cobre en el arsenal de La Carraca. Posteriormente participó en el Combate del Cabo Espartel, repitiendo el título de Capitana. Durante el conflicto sufrió 5 bajas.

En 1783 se firmó la paz entre España y Gran Bretaña, por lo que la flota fue disuelta y el Trinidad quedó anclado en Cádiz 8 largos años. Puede que resulte increíble que un navío de ese porte estuviera anclado tanto tiempo en un mismo puerto pero lo justifica la crisis que sufría el país, ya que no había dinero para mantener tantos navíos y tampoco para financiar expediciones. Este sedentarismo provocó que los marineros no estuvieran tan adiestrados en el uso de artillería o en el arte de navegar como los británicos.

En 1796, debido a la invasión de la propia España por parte de las tropas revolucionarias francesas, hubo un cambio radical en la política del reinado de Carlos IV, que aliándose con Francia declaró la guerra de nuevo a los británicos. Está claro que aliarse con Francia estuvo provocado por el miedo a una gran invasión, eramos un títere en manos de Francia. En mi opinión fue lo peor que le podría haber pasado a España ya que la flota británica podía hostigar fácilmente las colonias españolas y estaba en clara superioridad.

El 4 de agosto de 1796, el Trinidad, fue destinado a una flota de 26 navíos y 14 fragatas bajo el mando de Juan de Lángara que había tomado como buque insignia a nuestro navío, cuyo capitán era Rafael Orozco. Con éxito variable, el 26 de septiembre, la flota regresó a España y puso rumbo al Mediterráneo donde capturó un bergantín y un mercante con bandera inglesa. En diciembre, partiendo de Tolón junto a doce navíos franceses escoltó al Almirante Villeneuve hasta Brest.

El Trinidad acabó el año en el puerto de Cartagena, donde José de Córdoba fue nombrado líder de la flota. Durante enero de 1797 la flota española del Mediterráneo al mando de Morales de los Ríos se unió a Córdoba.

El 1 de febrero de 1797 y por orden del Gobierno de Su Majestad, la flota zarpó rumbo a Cádiz, donde viéndose sorprendida por el viento de Levante quedaron anclados en costas portuguesas, frente al Cabo de San Vicente. El 14 de febrero fueron avistados por una escuadra de 15 navíos ingleses que se aproximaban a ellos, divididos en dos columnas. El Trinidad luchó durante cinco horas, siendo cañoneado por varios navíos, entre ellos el “Blemheim” de 98 cañones, el “Orion”, el “Irresistible” y el “Excellent” de 75 cañones. A pesar de defenderse con gallardía, el Trinidad fue muy maltratado, llegando incluso a tener vías de agua graves, unos 476 hombres estaban fuera de combate de una tripulación de 960 personas.

Por todas las bajas sufridas los españoles decidieron arriar el pabellón, pero justo en el momento en que una delegación inglesa navegaba hacia el Trinidad, el “Príncipe de Asturias”, el “Conde de Regla”, el “San Pablo” y el “Infante Don Pelayo” fueron en auxilio del insignia español, obligando a los ingleses a retirarse.

Lo que quedaba de la derrotada flota española puso rumbo a Cádiz o Algeciras, siendo remolcados por fragatas los navíos peor parados. Entre este grupo de barcos estaba nuestro Trinidad, que fue remolcado por la fragata Mercedes, con la cual perdió el contacto el 17 a mediodía, dejando al Trinidad a merced de las corrientes. En la mañana del 20 fue divisado por dos navíos ingleses, sin embargo, Orozco resultó ser muy inteligente al ordenar izar el pabellón inglés por encima del español, dando a entender que estaba bajo mando británico. Eso, unido a las tormentas provocó que los ingleses no se acercaran.

El Trinidad logró atracar en Zafí, Marruecos, donde después de hacer las reparaciones más apremiantes zarpó rumbo a Cádiz. Durante el viaje de regreso, el 28, la fragata inglesa “Terpsichore” los interceptó, cambiando un vivo fuego con el buque español, sin embargo, con unos pocos cañones el Trinidad logró poner a ésta en fuga. Llegó al puerto gaditano junto al resto de la flota el 3 de marzo, permaneciendo allí anclado otros tediosos años.

El 18 de noviembre de 1803 se nombró capitán del Trinidad a Don Francisco Javier Uriarte y posteriormente formó parte de la escuadra compuesta en Cádiz, debido al retorno de las hostilidades con la Gran Bretaña. Siguiendo la dinámica que caracterizaba a nuestro navío, fue elegido buque insignia por el jefe de la escuadra española, Don Baltasar Hidalgo de Cisneros.

La flota francoespañola realizó una expedición a las posesiones británicas en América, con el objetivo de distraer un gran número de buques del Canal que, alarmados, acudirían a enfrentarse a la nueva amenaza. Mientras los buques de la Royal Navy estuviesen buscándolos por el Caribe, la flota combinada regresaría a Europa para asegurar el paso del ejército imperial por el Canal de la Mancha. Era un plan ideado por Napoleón pero que no contaba con las condiciones del mar, lo que unido a las enfermedades y al enfrentamiento con una flota británica en el Atlántico lo hizo inviable.

Al mismo tiempo, la escuadra al mando de Horacio Nelson regresó de las Indias Occidentales, bloqueando el puerto gaditano y con ello, a la flota combinada. Villeneuve era el Almirante supremo de la flota anclada en el puerto andaluz, había renunciado a sus orígenes aristocráticos con el fin de salvarse de la purga de la Revolución y buscaba por todos los medios contentar al Emperador. Villeneuve sabía que sería relevado del cargo por su fracaso y que con un poco de suerte sería sometido a un Consejo de Guerra, del cual no se podía esperar nada bueno. Prediciendo ésto, ordenó el 19 de octubre de 1805 salir a alta mar.

Era el momento que los británicos estaban esperando, Francia representaba un gran peligro para la seguridad de la nación, dominaba el continente a su antojo e Inglaterra estaba en el punto de mira. Para evitar una invasión Reino Unido contaba con su flota, que dominaba el océano a su antojo. Conscientes de esa superioridad esperaban una batalla definitiva que evaporizara el poderío de la flota francesa, la única capaz de discutirle la supremacía a Gran Bretaña en el mar. Ese momento llegaría, en aguas de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805.

El orden de batalla que dispuso Nelson fue en dos columnas, una bajo su mando tomando como insignia al Victory y la otra a las órdenes de Collingwood, que tomó al Royal Sovereing como buque referencia. El “toque Nelson” pretendía cortar la línea francoespañola, lanzando una andanada demoledora a la popa y proa de los navíos, su intención era que por un barco enemigo hubieran dos británicos haciendo que la vanguardia y retaguardia de la escuadra hispanofrancesa perdiera un tiempo precioso al girar para ir en auxilio de los navíos del centro, para cuando llegaran, los británicos serían claros dominadores.

Villeneuve, por su parte dispuso que su flota recibiera a los ingleses en una línea, mostrando los cañones de babor al enemigo, a los cuales contaban con desarmar antes de que llegaran hasta ellos. Debido al poco viento que soplaba y a la decisión de Villeneuve de poner las proas mirando a Cádiz, los navíos estaban colocados en una desigual línea y separados por mucha distancia.

El Santísima Trinidad se colocó a proa del “Bucentaure”, el buque insignia del Almirante Villeneuve, y a popa del “Héros” de 74 cañones. En un primer momento se enfrentó al Leviathan de 74 cañones, pero posteriormente tuvo que vérselas con el “África”, el “Conqueror, el “Neptune” y el “Mars” dejando a nuestro navío prácticamente inservible, desarbolado y haciendo agua rápidamente. Tal era el fuego de los ingleses que las respuestas del Trinidad cesaron, en vista de ésto, una partida de captura inglesa subió al navío para tomar posesión de él, pero fueron despachados con elaborada cortesía española: “Nuestro navío ha cesado el fuego para proveer de pólvora los cañones”. El Trinidad fue el último barco de la batalla que se rindió, a las 17:30, con más de 250 muertos y 216 heridos.

Después de estar la batalla decidida se desató una fuerte tormenta, sin dar tregua a los hombres, que aparte de las operaciones bélicas se tuvieron que enfrentar a una tempestad. El navío, ya bajo mando inglés, fue intentado remolcar a Gibraltar pero las bombas no pudieron achicar todo el agua que entraba, condenando irremediablemente al Trinidad.

Cabe destacar el honorable comportamiento de los ingleses, que arriesgaron sus vidas para intentar salvar a los heridos del navío que había sido su rival, sólo 80 pobres diablos se hundieron con el barco sin poder ser rescatados debido a su estado.

Así acabó uno de los navíos más ilustres de la Historia de España, sirvió durante más de 30 años protegiendo los intereses españoles en el mundo. Me podía pasar las tardes reflexionando si ese barco no merecía una réplica, una reconstrucción de aquella vieja gloria pero cual no fue mi sorpresa que un día supe que había un proyecto de réplica, imaginé que sería utilizado para adiestrar marineros y que cada 21 de octubre participaría en la reconstrucción de la batalla, junto al Victory.

No obstante quedé enormemente decepcionado y contrariado, el nuevo Santísima Trinidad serviría como restaurante, discoteca y sala de exposiciones, nada de marineros ni navegación alrededor del mundo pero bueno, no debería extrañarme, en este país parece que no se respetan o no se valoran estas cosas históricas. Sin embargo, ésto no es todo, ya que la reconstrucción no se asemeja en nada al Trinidad, parece otro barco distinto, yo no sé de donde sacaron la idea de que el Trinidad era así de horroroso, y sino juzguen por ustedes mismos:




¿Es cosa mía o parece un ataúd?