domingo, 29 de abril de 2012

El papel de los medios de comunicación y la privatización.


Internet puede ser usado de diversas formas, siendo una de ellas la movilización popular. No obstante, en países con regímenes dictatoriales como China, Cuba o Irán, estos movimientos sociales pierden fuerza cuando la red es controlada.

Muchos establecen un paralelismo con el control ejercido por los gobiernos occidentales sobre ciertos aspectos de la red, comparando sus actuaciones con las de los países nombrados anteriormente. Como ejemplo de lo dicho podemos hablar de Estados Unidos y Francia, que han protagonizado acciones de censura contra determinadas páginas, especialmente contra portales piratas y yihadistas.

No obstante, aquellos que establecen esa comparación están completamente equivocados, al situar en un mismo plano ambos casos. Mientras los gobiernos democráticos obstaculizan en ciertos aspectos la descarga gratuita de contenidos, son incapaces de limitar el libre razonamiento del individuo, existiendo gran cantidad de blogs y páginas web que así lo constatan.

Por otra parte, los países con dictaduras no sólo restringen las descargas con respecto a Internet, sino también lo referente a la libre circulación de las ideas. Muestras de ello lo dan las frecuentes noticias que muestran la censura de las autoridades comunistas chinas contra cualquier página contraria al régimen o simpatizante de otros sistemas.

Acorde al papel de los medios de comunicación, es importante destacar el papel de la telefonía móvil con respecto a la movilización popular, no sólo a nivel nacional sino también internacional. El teléfono es la única vía que tienen iraníes, chinos y sirios para mostrar a la comunidad internacional la continua vulneración de sus derechos y el grado represivo que sufren. También cabe destacar el papel de los smartphones en los disturbios de Londres el año pasado, siendo necesario el control de los servidores por parte de la policía para conocer los movimientos de aquellos que usaron la violencia para hacer oír su voz.

No obstante, el papel de las nuevas tecnologías es diferente en cada sociedad, influyendo sobremanera en su desarrollo, pudiendo ser usadas con diferentes grados de responsabilidad. Para entender lo expuesto anteriormente, es necesario comprender que Internet es la mejor vía que tienen los pueblos dictatorialmente sometidos para hacer oír su voz, conocer la realidad de otros países y gozar de libertad de conciencia. Es por ello que Internet sirve de base para poner de acuerdo a las masas, siendo unos pocos los suficientes para transmitir esas ideas democráticas al resto.

Es cierto que en países totalitarios las revoluciones se ganan mediante manifestaciones y lucha en la calle, pero este concepto no es aplicable al desarrollo de la vida política, ciudadana y democrática de los países occidentales, incluyendo por lo tanto a España. Es decir, cabe rechazar cualquier uso de la violencia para lograr cambios en nuestro país, teniendo muy presente la responsabilidad a la hora de usar los medios de comunicación.

Acorde a lo anteriormente dicho, subrayo la irresponsabilidad de ciertos sectores de la izquierda, que alientan la movilización popular y obstaculizan ciertas medidas necesarias; olvidando o pareciendo querer olvidar su culpabilidad en lo que ha provocado la situación en la que estamos. En ningún momento reniego del derecho a manifestarse otorgado por la Constitución, a lo que sí me opongo es a la utilización de esa movilización popular para fines políticos, partidistas e hipócritas.

Lo ideal sería que todas las corrientes ideológicas adquirieran una concepción responsable de la importancia de los medios de comunicación en el desarrollo de la vida ciudadana; es decir, el rechazo a cualquier clase de manipulación, existiendo ésta en muchos de los ámbitos del desarrollo individual; pudiendo no ser sólo la televisión o la prensa, sino también la Educación convertida en una herramienta del adoctrinamiento.

Ciertas polémicas han estado relacionadas con el control estatal de los medios de comunicación, como por ejemplo la decisión del actual gobierno de purgar la dirección de RTVE, lo cual ha provocado la ácida crítica de la oposición. Pero es aquí donde se aprecia la hipocresía, planteando con ello una serie de cuestiones:

¿Cuándo ha sido independiente RTVE? ¿Lo ha sido alguna vez? ¿No sabe la oposición que el gobierno ha hecho esto basándose en un mecanismo aprobado por el anterior ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero? ¿Olvidan los socialistas su colaboración con el grupo PRISA?

No obstante, mi planteamiento va más lejos, preguntándome si existe alguna posibilidad de obtener información pulcra y no adulterada. Defiendo que las televisiones privadas sean la única manera de encontrar cierta información imparcial y no gubernamental; por lo que apoyo la privatización de las televisiones públicas, en especial las autonómicas, cuyo gasto infinito podría invertirse en otros servicios públicos más necesarios, como la Sanidad y Educación.

Como conclusión, quiero dejar claro que la democracia posibilita una serie de herramientas para su propia mejoría, e incluso para cambiar la vida política y social. Todo lo que conlleve violencia únicamente contribuirá a la degradación de un sistema que tanto esfuerzo costó a generaciones pasadas y personalidades como Adolfo Suárez, el presidente de la Transición.  

viernes, 27 de abril de 2012

El Clásico y un posible cambio de ciclo


Contra todo pronóstico, el equipo de José Mourinho logró sentenciar la Liga ante el eterno rival; además, rompió en campo enemigo una racha que se estaba prolongando demasiado. Cada vez que los blancos se enfrentaban al Barcelona, los primeros eran derrotados por un rival superior en calidad y técnica, dando una imagen pésima y sin identidad.

La esperanza depositada en las victorias previas al Clásico se desvanecían cuando ambos equipos medían sus fuerzas. Tras cada derrota, comenzó a aflorar cierto pesimismo con respecto a la identidad de la institución; nutriéndose no sólo de cada fracaso, sino también de la violencia y agresividad que se respiraba en cada encuentro.

Dicho comportamiento decadente era claro ejemplo de lo que no se debía hacer, siendo la receta perfecta para dinamitar la imagen y prestigio del club; achacando cada derrota a errores arbitrales e incluso llegando a hablar de conspiraciones, teorías absolutamente ridículas bajo mi punto de vista.

Como consecuencia de esto, no dudé en hablar de la “decadencia del Madrid”. No obstante, la victoria ante el Barça en la final de Copa del Rey 2011 y este último triunfo en el Camp Nou me han devuelto la ilusión. No sólo porque el Madrid haya sido capaz de neutralizar el juego de toque del Barça, sino porque ha dado la imagen correspondiente a un club de su categoría.

Mourinho parece que ha logrado neutralizar al Barça y en especial a su joya más preciada: Leo Messi, quien apenas tuvo un papel relevante en el desarrollo del partido, anulado por una defensa concentrada y sin fisuras. El Madrid planteó su estrategia, supo llevarla a cabo y jugó su partido, ante un Barça fiel al juego que lo ha llevado a la cima mundial en los últimos años.

Por otra parte, aquel del que se decía que su “chulería” era proporcional a su “invisibilidad” en los partidos importantes, anotó el gol que sellaba la superioridad madridista; sin olvidar su destacado papel en la final de  Copa del Rey 2011; siendo autor además de los dos goles anotados contra el Bayern en semifinales de la Champions, los cuales hicieron soñar a los blancos durante más de 90 minutos. Por lo tanto, comienzan a perder credibilidad los defensores de esta teoría.

La victoria de los blancos puede ser el inicio de un nuevo ciclo, previa desaparición de los complejos y negatividad que les acompañaba en cada Clásico. Los madridistas han dado un golpe de autoridad al adjudicarse prácticamente la Liga en casa de su inmediato perseguidor; reforzando de manera sobresaliente su autoestima.

Por el momento, el Madrid no tomará el relevo del club catalán en el ámbito europeo; aunque los jugadores pueden y deben estar orgullosos del papel jugado en la semifinal de la competición continental. Por otra parte, también cabe la posibilidad de que lo expuesto anteriormente sea un espejismo y, verdaderamente, el fin de la hegemonía culé esté lejos; sólo con el tiempo lo sabremos.  

domingo, 22 de abril de 2012

La populista decisión de Cristina Fernández Kirchner


Hace un par de días, la presidenta argentina Cristina Fernández anunció la expropiación de la petrolera Repsol. El proyecto supone la expropiación del 51% de las acciones de YPF que están en manos de la empresa española; y que pasarán a propiedad del Estado. El 49% restante pertenecerá a las provincias argentinas productoras de petróleo.

Como argumento para realizar la expropiación, la presidenta argentina ha defendido el interés público de los hidrocarburos; alegando además un incumplimiento de la ley por parte de la multinacional española, ya que supuestamente las inversiones en YPF habían caído estrepitosamente. Kirchner mantiene que las empresas ubicadas en el territorio nacional son argentinas, a pesar de que sus accionistas sean extranjeros.

La decisión del Gobierno argentino es respetable, pero completamente condenable para quien tenga sentido común y conozca la trayectoria de Repsol con respecto a YPF; siendo ésta una empresa pública privatizada en 1999, como consecuencia del programa de reestructuración económica realizado por el gobierno de Carlos Menem. Al cabo de los años, YPF pasó de ser una empresa ruinosa a convertirse en la poseedora del 32% de la producción de hidrocarburos.

Repsol reflotó YPF mediante la inversión y la modernización tecnológica, convirtiéndola en una empresa competitiva. Ahora que la empresa de origen argentino es solvente y genera riqueza, los líderes políticos han decidido que vuelva a manos estatales.

Esta maniobra populista recuerda la llevada a cabo hace 30 años: la ocupación de las Malvinas. Alentando al patriotismo se hizo olvidar a la opinión pública cuáles eran los verdaderos problemas del país, que ya no pasaban por la economía o el fin del régimen militar; sino por la lucha contra el imperialismo británico.

Esta vez, el argumento populista que se ha utilizado es la soberanía de los hidrocarburos argentinos. Puede que este argumento convenza a parte de la opinión pública argentina pero no a la comunidad internacional. No sólo han condenado la expropiación los países occidentales con intereses económicos en la zona, sino también la mayoría de países latinoamericanos.

México, Chile y Colombia han condenado la expropiación y dado su apoyo a España; mientras que Venezuela, Bolivia y Nicaragua han ratificado su apoyo a la líder argentina. Aquí se puede apreciar la división entre quienes respetan la propiedad privada y las inversiones como medio para favorecer el crecimiento económico; y los que se perpetúan en el cargo con la excusa de defender los intereses nacionales.

La más afectada será Argentina, ya que la decisión sólo provocará la fuga de capital extranjero y la inversión, que son vías para crecer y generar riqueza. Por lo tanto, pocas empresas invertirán en territorio argentino si no tienen garantías jurídicas y legales de que no serán expropiadas injustamente.

Sin embargo, parte de la opinión pública española aboga por inhibirse del asunto, alegando que ningún ciudadano español se beneficia de las actividades de la petrolera y por tanto, no habría diferencia si todas las inversiones españolas en el extranjero son expropiadas, ya que sus beneficios son para unos pocos.

Seguramente los defensores de esta teoría desconocen los criterios que se manejan para calificar la posición internacional de un país: la presencia de multinacionales en el territorio nacional y la existencia de las propias en otros países; el comercio exterior de mercancías y servicios; y la presencia de capital extranjero gracias a las compañías y la banca; sin olvidar el grado de liberalización de la economía.

Por lo tanto, cualquier vulneración de lo anteriormente expuesto supone un ataque contra los intereses españoles pero, en especial, supone un agravio a los intereses de la nación argentina; cuyo Estado guarda cada vez más paralelismos con la Venezuela chavista.


lunes, 16 de abril de 2012

El futuro de la Monarquía


El accidente del Rey ha sido el último de una serie de sucesos que parecen desde hace tiempo tener como objetivo el desprestigio de la Familia Real y la llegada de un sistema nuevo. La imputación de Urdangarín parecía ser el último de estos desafortunados incidentes pero no ha sido así; el accidente de Froilán por la negligencia de sus padres y el accidente del Rey mientras estaba de cacería en Botsuana han agravado y acentuado el debate sobre el papel de la institución.

La mayoría de los medios de comunicación han centrado el tema en la salud del monarca, restando importancia a que fuera a cazar animales protegidos o el gasto de 30.000€ que supone matar un elefante. Todo ello mientras España atraviesa una de las peores épocas económicas de su Historia; y donde parece que la desconfianza de los mercados sigue en aumento.

El acto del rey ha sido una incoherencia de sus actos sobre sus palabras; es decir, mientras afirma que el paro juvenil le quita el sueño, saca tiempo de su “apretada” agenda para dedicarse a semejante actividad de ocio como puede ser la caza; es respetable pero injustificable matar animales por simple diversión. Tampoco da buena imagen que la reina Sofía haya sido incapaz de visitar a su marido durante tres días; no obstante, ese debate corresponde a la telebasura, por lo que no le daremos mayor importancia.

No he escrito el artículo para centrarme en la cacería, que me parece un acto fuera de cualquier civismo; sino para analizar el papel de nuestro monarca y la actitud que debe tener el jefe de Estado de una monarquía parlamentaria.

El debate que se plantea va ganando fuerza; y es que cada vez más gente pide un referéndum para elegir entre monarquía o la constitución de una república. Inherente a esto, deberíamos preguntarnos si la instauración de la República mejoraría la situación del país, plantearnos si realmente compensaría el gasto que supone una monarquía; o si sería sano que el jefe de Estado pertenezca a un partido político. España no destaca por su unidad; cada uno lucha por sus intereses, por lo que sería injusto que la máxima institución representativa del Estado lo fuera para la mitad de los españoles.

El jefe de Estado debe ser símbolo de la unidad de los españoles, pero sobre todo debe corresponder las palabras con sus actos, cosa que el actual monarca parece haber olvidado. Juan Carlos de Borbón desempeñó un papel muy importante para traer la democracia a una España que llevaba un siglo entero de inestabilidad; no obstante, no se puede vivir de las rentas eternamente. Puede que haya llegado el momento de plantear el fin de ciclo de la monarquía en España.

De lo expuesto anteriormente, en su defecto, cabe que el rey ceda su puesto al Príncipe de Asturias. Puede que su obstinación en morir en el cargo sea inherente a la vitalicia condición de la Monarquía, o tal vez sea un intento por consolidar en el tiempo un sistema que hace agua por momentos. El único paso para la posible salvación de la Monarquía en nuestro país pasa por el nombramiento como rey de España a Felipe de Borbón; mientras permanezca su padre en la jefatura del Estado, la decadencia del sistema está garantizada.

Ser jefe de Estado supone responsabilidad y sensibilidad con respecto a la situación de la nación; extendiéndose este planteamiento a las demás instituciones gubernamentales, en especial a la casta política. Los dirigentes deben estar al servicio de España y no vinculados a intereses superfluos que contradigan los objetivos a los que aspira toda nación: unidad, prosperidad y democracia.

El monarca ideal no debe meterse en fangos políticos, ni tratar en diferentes términos al jefe del Gobierno y al líder de la oposición; no pudiendo simpatizar con ideologías. Su función radica en actuar como arbitro entre los poderes del Estado, y es aquí donde se justifica su inviolabilidad. En su intachable comportamiento debe residir el germen para la manutención de la monarquía.

Como conclusión, la sociedad española aún no está preparada para constituirse en República; pero son los políticos los menos preparados para asumir este cometido responsablemente; en especial ciertos sectores de la izquierda que evocarían la llegada de la III República Española en aquella II República que nunca llegó a ser un sistema democrático, y cuya radicalización fue la principal causa de su caída.

No obstante, los actos de la Monarquía no hacen más que justificar los argumentos republicanos; el futuro de la institución es incierta y puede que la III República esté más cerca de lo que muchos imaginan.  

viernes, 13 de abril de 2012

El papel actual de la Iglesia


La Religión ha jugado un papel fundamental a lo largo de la Historia; algunos sucesos históricos o sociales en los que ha intervenido son testigos de ello. En España podemos hablar de la Reconquista contra los musulmanes, las evangelizaciones en los territorios americanos descubiertos y las misiones en el Pacífico. En el contexto europeo se puede nombrar las Cruzadas, la batalla de Lepanto y la Contrarreforma contra la Europa protestante; siendo hechos que han marcado decisivamente la forma de ser, el carácter y la cultura Occidental.

La Iglesia Católica tuvo durante muchos siglos una relación muy estrecha con el Estado, influyendo en gran parte de las políticas adoptadas por el primero; es decir, además del poder espiritual, la Iglesia ostentaba un gran poder político. La Inquisición y las acciones evangelizadoras protegidas por el ejército colonial español en los territorios de ultramar, como América y Filipinas, son un claro ejemplo de la unión entre Estado e Iglesia.

En la misma tónica, la Europa actual cuenta con muestras del esplendor cultural y artístico que la Iglesia dejó como legado; siendo máximos exponentes ciudades como El Vaticano y Roma, donde la grandeza y perfección artística, arquitectónica y estilística de Occidente se siente a cada paso. En España, bellas construcciones como la catedral de Burgos o Santiago de Compostela atestiguan la influencia del catolicismo en la Historia cultural de la nación. No obstante, la institución también es en parte culpable del tradicional atraso económico y político de nuestro país.

Con el paso del tiempo, la Iglesia fue separándose de los poderes estatales y perdiendo influencia; llegando hasta nuestros días sin apenas decisión en la esfera política. No obstante, este proceso natural y lógico de separación fue tardío en España, donde el poder clerical seguía siendo considerable incluso pasada la mitad del s.XX.

En el caso español este tema es turbio y doloroso; refiriéndonos con ello a la Guerra Civil, en la que se vieron arrastradas millones de personas e instituciones; incluida la Iglesia, la cual vio como sus privilegios desaparecían mientras era víctima de una implacable persecución, iniciada antes de la guerra fratricida. Por lo tanto, fue una persecución en un contexto bélico, pero también político e ideológico.

Tras pasar episodios como la Guerra Civil, la Dictadura Franquista y la Transición Democrática; actualmente la Iglesia y la jerarquía eclesiástica han sido puestas en el punto de mira por parte de cierto gobierno socialista, ateo y anticlerical. Además, el propio comportamiento de los líderes eclesiásticos, en cuanto a declaraciones y aspectos que no sintonizan con el modelo de vida predicado por Jesucristo, ha contribuido al desarrollo de un clima negativo.

Sin embargo, este antiguo gobierno socialista ignoraba, o tal vez quería ignorar, la enorme e importante labor de la Iglesia con respecto a la sociedad española. Existe un aspecto que muy poca gente tiene en cuenta, y es que la institución no sólo la componen obispos, cardenales o el Papa. La Iglesia la componen muchísimas personas con vocación de ayudar a los demás, y que dentro de las líneas establecidas por la Doctrina Social de la Iglesia desarrollan programas con objeto de ayudar a los más desfavorecidos.

Por tanto, me gustaría dejar bien claro que una cosa son las declaraciones que pueda realizar la jerarquía eclesiástica y otra muy distinta es la labor social de todos cuanto conforman esa institución. Por otra parte, la Iglesia y sus comedores sociales han evitado en parte el estallido de una revuelta popular, y es que a nadie se le escapa que la situación por la que atraviesa gran parte de la sociedad española es desesperada; dando muestra de ello la cifra de parados, por poner un ejemplo de tanto que hay.


Finalmente me gustaría plantear una cuestión: ¿Es consciente la élite política española del gran papel humanitario que desempeña la Iglesia, atenuando de alguna forma el drama que viven más de cinco millones de personas?






domingo, 1 de abril de 2012

Actual reflexión kantiana


La consecución de la libertad ha sido una de las proclamas más repetidas a lo largo del último tercio del s.XVIII y durante todo el siglo XIX y XX; abanderando movimientos sociales que han marcado un antes y un después en la Historia de la Sociedad Occidental. Como ejemplos representativos de esto podemos destacar la Revolución Norteamericana de 1778, la Revolución Francesa de 1789; el movimiento obrero de finales del s.XIX; el movimiento sufragista; la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la caída del Muro de Berlín (1981).

Se puede afirmar además, que un gran número de revoluciones liberales estuvieron influidas por los sentimientos nacionalistas y el Romanticismo; pero también por los planteamientos kantianos sobre la libertad y el orden civil. Asimismo, actualmente es visible la separación que Kant realizó de la Razón y sus usos público y privado, siendo este último el que está sujeto a más polémica; no sólo porque implica ser coherente en las palabras cuando el individuo desempeña un determinado puesto civil, sino porque también implica ser coherente con los actos, cosa que muchos funcionarios públicos parecen haber olvidado.

Un gran ejemplo de lo anteriormente expuesto puede ser la corrupción, la falta de ética política y el no velar verdaderamente por los intereses de los ciudadanos. Como consecuencia de todo esto, el pueblo desconfía de sus políticos y funcionarios públicos, reclamando herramientas útiles y eficaces con vistas a paliar todas esa clase de males. Dichas herramientas útiles y eficaces proceden, entre otros muchos orígenes, del Poder Judicial del Estado, en teoría independiente de las influencias de los otros dos grandes poderes estatales. No obstante muchos también desconfían de ese poder judicial, ya que gran parte de sus miembros son elegidos por ese poder al que supuestamente deben controlar y juzgar; con lo cual es lógico que desaparezcan la objetividad y la imparcialidad sobre un manto de mentiras e hipocresía.

Sin embargo, existen gentes de esperanza, quienes confían plenamente en que la democracia debe y puede ser mejorada; provocando con ello la inherente regeneración y saneamiento del sistema. Para ello aportan medidas concretas, pero sobre todo apuestan por un cambio de mentalidad en la sociedad y en especial, un cambio de mentalidad en lo que respecta a las instituciones públicas. Todo ello se condensa en la adquisición de una concepción responsable en la utilización de los puestos públicos, cuyo único fin debe ser servir a los ciudadanos y velar por sus intereses.

En un campo práctico, esto puede ser simbolizado por la concienciación global de que no se debe acceder a un puesto público con vistas al enriquecimiento personal; no aceptar sobornos o chantajes para favorecer a unos pocos; el no defraudar económicamente al Estado máxime cuando se desempeña un cargo público; la separación efectiva y demostrable de los poderes estatales; y la aceptación de que el interés nacional y la sociedad están por encima de disputas políticas superfluas, que tan sólo la debilitan y no le permiten hacer frente a los muchos retos que el s.XXI presenta.

Todo lo expuesto anteriormente es de alguna forma un modo para que la sociedad pueda contribuir a la mejora de la democracia, que como dijo Winston Churchill: “Es el peor sistema de todos, a excepción de todos los demás”; lo cual convierte a la democracia en el único modelo aceptable para el progreso del individuo, y la sociedad en su conjunto.