jueves, 11 de marzo de 2010

EE.UU y la guerra contra la Francia del Directorio.


Todo el interés francés en el norte de América se derivaba de Luisiana, un territorio que se le había concedido a España al finalizar la guerra de los Siete Años. Francia necesitaba proyectar su poder sobre esa zona, recuperando una isla de las Indias Occidentales o bien teniendo una base en Norteamérica, que en este caso era Luisiana, lo cual permitiría a los franceses ejercer presión sobre Canadá (bajo dominio británico) o los Estados Unidos de América.

El Gobierno Francés pronto se dio cuenta que los estadounidenses no eran los aliados que el pretendía que fueran. A pesar del tratado de amistad francoamericano de 1778, George Washington declaró la neutralidad de EEUU, negándose totalmente a una utilización por parte de Francia de EEUU como base para supuestos ataques en Luisiana (utilizando mercenarios reclutados en la frontera) o como centro de operaciones para los corsarios franceses. Así mismo, Washington siguió una política pasiva con respecto al Reino Unido, un ejemplo de ello es el reconocimiento por parte de EEUU de los derechos de su antigua metrópoli de bloquear el comercio francés, cuando ésta empezó a interceptar buques americanos que comerciaban con los franceses.

Esta acción hirió el orgullo del Gobierno francés, que opto por una política represiva, clasificando a los buques americanos como enemigos y asegurando que iban a seguir unas requisas mucho más duras que las utilizadas por lo británicos. Dichas amenazas eran cumplidas con regularidad por los corsarios franceses, por lo que al presidente Adams no le quedó otra opción que la de declarar la guerra formalmente al Directorio en 1798.

Los preparativos para invadir Luisana, Florida o alguna de las islas francesas en el Caribe fueron una realidad, así como la creación de una flotilla de navíos estadounidenses destinado a acosar a la Armada Revolucionaria. En menos de un año, los franceses recularon su posición un tanto y cuando llegó al poder el General Bonaparte se enviaron mensajes conciliadores a Adams, al que tampoco beneficiaba estar en guerra con Francia, ya que dicha guerra sólo beneficiaba a sus enemigos políticos. Finalmente se restauraron las conversaciones diplomáticas entre los dos países, que culminaron con una declaración de paz en las cuales se intentaba llegar a un entendimiento.

Dicho entendimiento funcionó algún tiempo, aunque siempre estaba vigente la amenaza de una reapertura del conflicto ya que al igual que con Reino Unido, los intereses de las dos naciones no coincidían lo más mínimo.