El Pacto de San Sebastián (1930) entre
republicanos, socialistas y nacionalistas fue responsable de la caída
de la Monarquía tras las elecciones municipales del 12 de abril de
1931; y que los meses posteriores traerían la aprobación de una
Constitución marcadamente progresista. No obstante, el estrepitoso
fracaso de la Reforma Agraria proyectado por Azaña, contribuyó a
dar la victoria a la Confederación Española de Derechas Autónomas.
Es imposible negar que amplios sectores
de la izquierda, sobre todo sindicatos como la Confederación
Nacional del Trabajo y la Unión General de Trabajadores, pusieron la
zancadilla desde el primer momento a la derecha, siendo guiados por
los planteamientos de Bakunin y Karl Marx. Como prueba de ello
podemos nombrar la revolución asturiana de octubre de 1934 y la
proclamación del Estado catalán por parte de Companys. Por tanto,
sería un error proclamar la III República inspirándonos en la
segunda, ya que su desarrollo no fue para nada democrático ni
políticamente estable.
Centrándonos en la segunda corriente
republicana, los argumentos que se manejan son un tanto distintos con
respecto a la primera; y es que no nacen de un sentimiento
revanchista, sino de argumentos lógicos, como puede ser la
conciencia de que la institución monárquica es anacrónica, supone
un gran gasto público y está condenada a desaparecer. No obstante,
y a pesar de que yo no encuentro mucha diferencia entre mantener con
dinero público a un político (el Presidente de la República) y al
Rey; valoro sobremanera esta corriente, que no nace como herramienta
de crispación entre compatriotas, sino que nace para mejorar la
calidad institucional de la democracia, sin negar el papel
fundamental que jugó en su implantación Juan Carlos I.
Por otra parte, algo destacable de esta
tendencia es que integra todos los planteamientos políticos,
incluida la derecha, es decir, se puede ser de derechas y
republicano.
La conclusión a la que llego es que la
sociedad y vida política españolas no son lo suficientemente
maduras como para asimilar este gran cambio con responsabilidad; es
decir, el mal no está en la República sino en su mala utilización.
Por tanto, ¿seremos verdaderamente capaces algún día de superar
el fracaso de la II República, la Guerra Civil y la Dictadura
franquista? ¿puede ser viable en un futuro la proclamación de la
III República Española sin estar condicionada y utilizada para
distorsionar nuestra Historia?
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