martes, 20 de marzo de 2012

La Huelga General del 29 de marzo


La respuesta sindical a las agresivas e impopulares medidas del Gobierno de Mariano Rajoy no se han hecho esperar: los sindicatos han convocado una huelga general para el 29 de marzo de 2012, la séptima en la historia de nuestra democracia.

Esta huelga, la segunda que se convoca bajo mandato del Partido Popular, tiene como fin último la marcha atrás de las medidas proyectadas por el Gobierno, siendo la más famosa el abaratamiento del despido. Además, los sindicatos proponen una protesta que se dilate más allá del 29 de marzo; argumentando que los recortes sobre los derechos de los trabajadores españoles son inaceptables y que provocarán más desempleo.

Son muchos los dramas del español de a pie; muestras de ello lo dan la incapacidad para llegar a fin de mes, el aumento de los impuestos, la bajada de sueldos y la incapacidad para hacer frente a préstamos o hipotecas; sin olvidar la dificultad que encuentran millones de jóvenes a la hora de independizarse o encontrar trabajo, independientemente de su experiencia laboral o formación académica.

En contraste, nos encontramos con una casta política incapaz de predicar con el ejemplo; es decir, mientras invitan a la población a realizar esfuerzos y sacrificios para volver a la senda económica y el pleno empleo, mantienen sus astronómicos sueldos y privilegios. Ejemplo de ello lo encontramos en las duplicidades de órganos administrativos que únicamente sirven para colocar “amigos” o la inmunidad que poseen ciertos cargos políticos a la hora de enfrentarse a procesos judiciales.

A nadie se le escapa que el malestar popular es palpable; no obstante, es en este punto donde el pensador crítico y objetivo llega a la conclusión de que el malestar social es un arma de doble filo, utilizado por ciertos grupos con unos intereses partidistas que nada tienen que ver con la búsqueda del bien y estabilidad de la nación española. Con el falso pretexto de las reivindicaciones sociales justifican la puesta en marcha de una serie de acciones violentas que se han dejado notar en las manifestaciones “estudiantiles” y “pacíficas” de Valencia y Madrid.

¿Son suficientes los motivos, y por tanto, está justificada la quema de contenedores, el apedreamiento de entidades bancarias, comercios o delegaciones de gobierno? ¿Verdaderamente esas personas que arrojan piedras contra los escaparates o cortan el tráfico son los más afectados por la crisis? ¿Son simplemente individuos influidos por y para fines políticos?

Sin duda alguna, son muchas las razones que empujan a los ciudadanos a manifestarse; pero bajo ningún concepto debemos permitir la paralización de la vida ciudadana por medio de la violencia. Porque si utilizamos la violencia nuestras reivindicaciones pierden autenticidad y credibilidad; es incoherente reivindicar la mejora de la democracia mientras se agrede a policías o se hace imposible al resto de ciudadanos el desarrollo de sus actividades.

Es digno de estudio el comportamiento de los sindicatos: autoproclamándose defensores de los derechos laborales y salvaguardas de la democracia, salen a la calle tras estar escondidos durante la legislatura de Zapatero. Sus argumentos contra la reforma laboral se basan en la destrucción que ésta supone de la arquitectura social y laboral, prometiendo que la lucha se dilatará más allá del 29 de marzo; sin embargo, esta actitud agresiva y beligerante no tiene nada que ver con la protagonizada durante los últimos años socialistas. Por tanto, se establecen una serie de cuestiones fácilmente contestables:

¿Por qué no defendieron los derechos laborales durante la anterior legislatura? ¿Acaso el ejecutivo de Zapatero defendió los derechos laborales? ¿Es que acaso los recortes en educación y sanidad empezaron con el gobierno conservador? ¿Los cinco millones de parados los ha provocado el Partido Popular en los cuatro meses de gobierno que lleva? ¿Por qué los sindicatos únicamente se manifestaron una vez para protestar contra la política laboral de Zapatero? ¿La reducción de subvenciones en un 20% por parte del Gobierno tendrá algo que ver con el malestar sindical?

Como síntesis de lo anteriormente expuesto cabe destacar la falta de credibilidad que poseen Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores, que por méritos propios se han ganado el apelativo de “estómagos agradecidos”.

Verdaderamente, creo que la convocatoria a la huelga general no ayudará a la creación de empleo, ni mucho menos a mejorar la credibilidad e imagen financiera de España en el exterior; que nos guste o no, actúa como referente para las inversiones extranjeras. Por otra parte, queda en el aire el comportamiento “democrático” que tendrán los sindicatos: ¿Sus piquetes “informativos” respetarán la elección de no ir a la huelga de la más que probable mayoría de los españoles?

No hay comentarios:

Publicar un comentario