lunes, 7 de diciembre de 2009

Waterloo, La última batalla de Napoleón


Napoleón contra toda expectativa aliada retornó a Europa desde la Isla de Elba, instaurando el llamado “Gobierno de los 100 días”, en el cual restableció el estado de Imperio y organizó un ejército de 200.000 hombres. La respuesta de los aliados europeos no se hizo esperar y el 25 de marzo se formó una nueva Coalición antinapoleónica.

El plan del recién llegado emperador fue el ataque a las 235.000 unidades que tenían apostados los aliados (prusianos, holandeses e ingleses) en la frontera nororiental de Francia y después de derrotarlos pasar a la invasión de Bélgica, donde estaba el grueso del ejército aliado al mando del Mariscal Gebhard Leberecht von Blücher y el inglés Arthur Wellesley, duque de Wellington.

Napoleón actuó con la rapidez que lo caracterizaba y decidió atacar una sección concreta del ejército enemigo para luego sorprender al resto. Algo que estaba a favor de Napoleón era que las tropas inglesas y prusianas estaban muy separadas entre si. Bonaparte conquistó Charleroi la mañana del 15 de junio y su mariscal Ney se situó frente a la importante posición de Quatre Bras pero cometió el error de no atacar.

El 16 de junio, el Emperador decidió atacar a los prusianos en Ligny, la ofensiva estaría apoyada por Ney, que después de conquistar Quatre Bras debería atacar el flanco y la retaguardia de Blücher, el general prusiano, que a su vez tendría que hacer frente a las tropas de Napoleón, encargadas de atacar la vanguardia prusiana. El mariscal Emmanuel Grouchy apoyaría a Bonaparte en ésto. Los franceses obtuvieron la victoria después de cinco horas de batalla en la cual se demostró que las comunicaciones entre el Ejército Imperial no eran las mismas de antaño, la victoria sobre Ligny fue la última en el brillante historial del Emperador.

La mañana del 17 de junio Wellington retrocedió 20 kilómetros al norte, mientras tanto, los prusianos se reunieron en Wavre con los ingleses. La inicial ventaja que tenían los franceses debido a las distancias se desvaneció en aquel movimiento militar.

Napoleón tampoco conservaba demasiado del ingenio militar que le valió tan fulgurante ascenso y cometió el error de concederle a Grouchy 33.000 hombres que debían seguir a Blücher como una sombra, también erró al enviar a la Guardia a Quatre Bras.

A las 14:00 horas Ney se reunió con Bonaparte cuando Wellington ya era inalcanzable. Al día siguiente, 18 de junio, Bonaparte esperó a que se secara el barro para sacarle el mayor partido a la caballería y a la artillería, que esperaba que fueran determinantes en esta última batalla. A la una de la tarde de ese 18 de junio se inició un gran bombardeo sobre las posiciones inglesas en Mont Saint Jean, fue la primera acción de la Batalla de Waterloo. A las 11:30 del día siguiente los franceses fueron rechazados por los británicos en el Castillo de Hougoumont, lo cual les obligó a implicar a más hombres en una acción que, en un primer momento Napoleón consideró “de distracción”. Mientras tanto, en Saint Jean, las cosas no podían ir a peor para los franceses que fueron masacrados por la artillería de Wellington, dejando en el campo de batalla unas 3.000 bajas. El gran impulso del regimiento escocés se vio recompensado con la toma de las baterías francesas, que fue un gran revés que la Caballería Imperial se encargó de maquillar pero que había decidido gran parte del conflicto.

Ney no estuvo muy fino interpretando los movimientos organizativos de los ingleses, los cuales tomó como una retirada y mandó al matadero a 10.000 soldados de caballería que se encontraron con un gran fuego inglés, no obstante lejos de enmendar su error, Ney volvió a ordenar otra carga de caballería que obtuvo el mismo resultado. Cuando el general Ney decidió utilizar la infantería ya era demasiado tarde, en poco más de 15 minutos murieron 1.500 soldados imperiales.

Sólo faltaba la intervención prusiana, que se concentró en el ala derecha Napoleónica y que obligó a replegarse hacia el centro al regimiento de Bonaparte. La única acción francesa que tal vez se mereció un aprobado fue la masacre de la granja La Haye Sainte, una posición fortificada aliada defendida por una guarnición alemana que, como digo, fue tomada de manera aplastante. Pero aquel día Napoleón estaba gafado y creyéndose superior en fuerzas a los angloprusianos se decidió a atacarlos con 11 batallones formados por sus mejores hombres, la célebre Guardia Imperial.

La Guardia Imperial luchó con una ferocidad nunca vista pero los aliados estaban mejor colocados y eso fue decisivo a la hora de batirlos en retirada, que tuvo como consecuencia la desbandada del experimentado ejército francés. Sólo dos batallones de la Guardia Imperial lucharon hasta las últimas consecuencias aunque todo estuviera perdido.

Fue así como Napoleón perdió la última batalla de su vida, fue esta la que le mandó a su destierro definitivo a una isla en medio del Atlántico, Santa Elena. Está claro que la batalla se decantó a favor de la Coalición por muchos errores de Napoleón que si hubiera estado en su mejor momento no hubieran ocurrido. También fue clave para la derrota de Napoleón la desafortunada intervención de Ney que no sólo lanzó una carga de caballería inútil sino dos y cuyas consecuencias psicológicas se notaron.

A lo mejor si Bonaparte hubiera ganado aquella batalla no hubiera ido mucho más lejos, hubiera sido derrotado de nuevo tarde o temprano, ya que ni él ni su ejército eran los mismos que lucharon en Egipto por la Revolución Francesa. Tal vez me equivoco y Francia habría recuperado su antiguo esplendor aprendiendo de sus errores, entiéndase ésto como las intervenciones en Rusia y España.

En definitiva, nunca lo sabremos, sólo podemos hacer conjeturas basándonos en los hechos históricos.

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