domingo, 26 de junio de 2016

Elecciones generales de 26 de junio de 2016 (II)

Por otra parte, Podemos es quien más tiene que ganar, siendo el otro partido de reciente formación que aspira a ser segunda fuerza política y principal partido de la izquierda. Con un líder carismático y un excelente manejo de las técnicas telecomunicativas, ha aprovechado el descontento de la ciudadanía, marcándose un objetivo claro con un itinerario detalladamente calculado y exitosamente ejecutado. En este sentido, ya ha absorbido a IU y el siguiente paso será la fagocitación del PSOE, tendiendo su mano al líder socialista y asegurando que sólo pactará con él. Si la ambición de Sánchez es mayor que su prudencia, y acude a los cantos de sirena de Iglesias, el PSOE caerá en manos de los populistas.

Aunque Iglesias se reivindique como garante de la socialdemocracia y asuma posiciones más moderadas, sigue siendo de extrema izquierda. Su ideología, manifestada en sus programas y entrevistas, no puede maquillarse de un día para otro. Cualquier moderación en su discurso responde a intereses electoralistas. Iglesias no es socialdemócrata, sino bolivariano; tampoco cree en la UE, sino que aboga por salir del euro; y no sólo asesora a una dictadura de facto, sino que ha sido financiado por la misma para fomentar sus políticas en España. Es difícil que lleguemos a la situación de Venezuela, pero no porque Iglesias no esté dispuesto a aplicar ciertas políticas, sino porque nuestro país pertenece a ciertas organizaciones internacionales que dificultarían su aplicación.

Sin duda alguna, la situación más complicada es la de los socialistas, quienes siguen lastrados por la herencia de Zapatero. Tras sus casi ocho años de Gobierno, los socialistas no han logrado recuperar el electorado perdido ni con Rubalcaba ni con Sánchez, evidenciándose este hecho una y otra vez en unos cada vez peores resultados electorales. La conjugación de nefastos líderes, la falta de un marco discursivo común y la incoherencia de sus pactos electorales con las “filiales” de Podemos, han hecho del PSOE una sombra de lo que en su día fue. Es triste cómo el partido de izquierdas por excelencia en España, garante de estabilidad y con experiencia de Gobierno, naufraga de semejante manera.

Los socialistas saldrán mal parados sea cual sea la decisión que tomen. Las alternativas reales se reducen a formar un Gobierno progresista con Unidos Podemos, o bien permitir que el PP gobierne en minoría. Respecto a la primera opción, Sánchez no tiene la certeza de ser presidente del Gobierno debido al eventual sorpasso. Sánchez ambiciona el poder, pero es dudoso que esté dispuesto a alcanzarlo a cualquier precio. Pactar con Podemos supone abrazar el populismo, las políticas que han llevado a Grecia al abismo y la posibilidad de que los secesionistas consigan sus propósitos.

La segunda posibilidad pasa por pactar con el PP, formando un gobierno de coalición o permitiendo que gobiernen en minoría. Ello supondría pactar con aquellos a quienes llevan cuatro años criticando, y con quienes han “destruido” los derechos sociales. La continuidad de las políticas populares significaría la destrucción de los socialistas y su completa pérdida de credibilidad. En cualquier caso, la abstención para que gobiernen en minoría permitiría a los socialistas aguantar la posición a Podemos y a los populares, de tal manera que podrían calcular los tiempos y derribar el Gobierno conservador cuando fuera el momento oportuno.

Todas las encuestas auguran similares resultados a los de las anteriores elecciones, con algún ligero matiz. No habrá mayorías amplias que permitan formar un gobierno estable, sino más bien débil y de legislatura corta. El objetivo principal debe ser alejar a Podemos del poder, evitando que destruyan el mínimo progreso que haya podido conseguirse en los últimos cuatro años. En este sentido, será trascendental el papel que juegue el PSOE. Si consigue ser segunda fuerza política, Pedro Sánchez pretenderá formar gobierno con la abstención de Podemos. Si no lo consigue, Sánchez se abstendrá y permitirá formar gobierno a Rajoy, con tal de impedir que Iglesias sea presidente. En cualquier caso, Sánchez no tardará en ser sustituido sea cual sea el resultado.

Todas estas suposiciones ignoran ciertas variables, como el eventual apoyo de Sánchez a la formación de un frente popular, o el requisito sine qua non de que Rajoy abandone la presidencia. Teniendo en cuenta los tiempos de inestabilidad que se avecinan, los diferentes candidatos deben abandonar sus posicionamientos personalistas y anteponer el interés de España. Es evidente que la situación de desgobierno no puede prologarse por más tiempo, nuestro país necesita un Gobierno, y sobre todo políticos con visión de Estado. 

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