sábado, 28 de julio de 2012

El fracaso de la Unión Europea, el Euro y los recortes


España se halla bajo la atenta mirada de los mercados internacionales, recibiendo un golpe tras otro, con la prima de riesgo batiendo récords y el IBEX en caída libre. Ante este panorama el Gobierno sigue la hoja de ruta “recomendada” por Bruselas, basada en fuertes ajustes económicos de ahorro, control del déficit y recorte de gastos.

Sin embargo, las medidas no han servido para relajar la presión sobre España, concluyendo que existe un problema más grave de fondo: el fracaso de la Unión Europea y el Euro. Como consecuencia, no sólo la sombra del rescate se cierne sobre España, sino también sobre Italia, cuya prima de riesgo superó recientemente la barrera de los 500 puntos. La crisis en su conjunto ha supuesto un fracaso europeo, complementado con las ruinosas legislaturas de Zapatero y Berlusconi, entre otros. 

Pretendíamos construir la casa por el tejado y ahora pagamos las consecuencias de nuestros errores, siendo imposible una verdadera unión sin la unificación bancaria y fiscal. Asociado a ello, Europa no se recuperará hasta que no aplique una política exterior verdaderamente común y tampoco mientras siga dependiendo de las tres agencias de calificación americanas.

Mientras la Unión Europea siga siendo una estructura sin una base común y solida, será imposible recobrar la confianza de los mercados; tampoco mientras el BCE evite comprar deuda soberana y permita el ahogamiento de los países por la financiación. Sin embargo, a pesar del panorama, la Unión puede sobrevivir a esta crisis, sirviendo de ejemplo las palabras de Draghi, cuya consecuencia inmediata fue el notable descenso de la prima de riesgo y la mayor subida de la bolsa en dos años.

El proyecto europeo es ilusionante, un reto que dejar a las generaciones venideras: países que hasta hace menos de un siglo luchaban en encarnizadas guerras intentan llegar a una meta común. Pero ese sueño se cumplirá cuando se refunde la Unión Europea desde su base; es el único camino para evitar la decadencia absoluta del continente.

Por todo ello, Rajoy debe centrar sus esfuerzos en combatir el desempleo y abandonar temporalmente su política de austeridad y recortes, porque de nada servirán hasta que no se recupere la confianza de los mercados. El Gobierno debe tomar las riendas y luchar por un papel predominante de España en Europa,  reformar la Unión y emprender reformas que realmente aporten confianza.

Dichas reformas no consisten en recortar servicios sociales como la educación y la sanidad, sino reformar el Estado y la política española: eliminar diputaciones, unificar ayuntamientos, acabar con las autonomías y el Senado, reducir privilegios políticos, prohibir la entrada de cómplices etarras en el desarrollo institucional, eliminar subvenciones a patronal, sindicatos, partidos políticos y demás sanguijuelas, privatizar televisiones públicas, penalizar severamente a los implicados en fraude, aplicar verdadera transparencia en los ingresos de los partidos políticos, reformar la ley electoral e instaurar una verdadera separación judicial.

Estas medidas, inevitablemente, deben ir acompañadas de una subida de impuestos ya que el problema es macroeconómico, pero sin duda alguna aportarán más confianza y crédito que los temidos recortes.




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