Finalmente ha ocurrido lo que nos
temíamos, el actual gobierno de Mariano Rajoy ha incumplido una de
sus promesas electorales y ha subido los impuestos; junto a otras
medidas tales como la subida de las pensiones un 1%, del IRPF (frente
a la alternativa del universal IVA), la congelación del sueldo de
los funcionarios (la cuarta vez en la Democracia española), la
reducción de un 20% en subvenciones a partidos políticos,
sindicatos y otros agentes sociales, o la aprobación de la Ley
Sinde.
El País afirma que es la mayor subida
de impuestos en la historia de la España democrática, un titular
tal vez exagerado; no obstante, la subida de impuestos ya estaba
vaticinada y es que, según algunos periodistas que podríamos
considerar imparciales, era imposible cumplir con las exigencias
europeas sin una medida tan impopular.
Rajoy ya lo dijo, tomaría medidas
drásticas y duras pero empezamos mal si empieza a incumplir promesas
electorales; en el mismo discurso de investidura mantuvo que no
subiría los impuestos y que no serían los ciudadanos los que
cargarían con todo el peso de la crisis. El presidente del Gobierno
se ha escudado en la anterior gestión del ejecutivo de Zapatero,
argumentando que los socialistas han dejado una herencia desastrosa y
es que el déficit no es del 6% como en un primer momento se pensaba,
sino que alcanza la más preocupante cifra del 8%; y este dato es el
detonante de que el gobierno tome esta medida.
No pretendo justificar a Mariano Rajoy
porque dudo mucho que no se supiera que la subida de impuestos era
inevitable; es evidente que en campaña electoral esas verdades
incómodas hacen perder votos, por tanto se evitan. Por otra parte,
la herencia zapaterista no ayuda, ya que España se encuentra aún
peor que cuando Felipe González abandonó La Moncloa.
Como ciudadano raso la subida de
impuestos no me parece justa, no es justo que el pueblo pague por una
crisis que ha sido provocada por otros. Es una vergüenza que el
pueblo deba pagar por ello mientras los dirigentes políticos
continúan sin bajar sus astronómicos sueldos, sus pensiones
vitalicias y esos privilegios propios de la época medieval. Sigo
pensando que actualmente la política es elegir entre dos males,
siendo el mal menor el que escogió España el 20 de noviembre de
2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario