lunes, 2 de enero de 2012

Mal empezamos


Finalmente ha ocurrido lo que nos temíamos, el actual gobierno de Mariano Rajoy ha incumplido una de sus promesas electorales y ha subido los impuestos; junto a otras medidas tales como la subida de las pensiones un 1%, del IRPF (frente a la alternativa del universal IVA), la congelación del sueldo de los funcionarios (la cuarta vez en la Democracia española), la reducción de un 20% en subvenciones a partidos políticos, sindicatos y otros agentes sociales, o la aprobación de la Ley Sinde.

El País afirma que es la mayor subida de impuestos en la historia de la España democrática, un titular tal vez exagerado; no obstante, la subida de impuestos ya estaba vaticinada y es que, según algunos periodistas que podríamos considerar imparciales, era imposible cumplir con las exigencias europeas sin una medida tan impopular.

Rajoy ya lo dijo, tomaría medidas drásticas y duras pero empezamos mal si empieza a incumplir promesas electorales; en el mismo discurso de investidura mantuvo que no subiría los impuestos y que no serían los ciudadanos los que cargarían con todo el peso de la crisis. El presidente del Gobierno se ha escudado en la anterior gestión del ejecutivo de Zapatero, argumentando que los socialistas han dejado una herencia desastrosa y es que el déficit no es del 6% como en un primer momento se pensaba, sino que alcanza la más preocupante cifra del 8%; y este dato es el detonante de que el gobierno tome esta medida.

No pretendo justificar a Mariano Rajoy porque dudo mucho que no se supiera que la subida de impuestos era inevitable; es evidente que en campaña electoral esas verdades incómodas hacen perder votos, por tanto se evitan. Por otra parte, la herencia zapaterista no ayuda, ya que España se encuentra aún peor que cuando Felipe González abandonó La Moncloa.

Como ciudadano raso la subida de impuestos no me parece justa, no es justo que el pueblo pague por una crisis que ha sido provocada por otros. Es una vergüenza que el pueblo deba pagar por ello mientras los dirigentes políticos continúan sin bajar sus astronómicos sueldos, sus pensiones vitalicias y esos privilegios propios de la época medieval. Sigo pensando que actualmente la política es elegir entre dos males, siendo el mal menor el que escogió España el 20 de noviembre de 2011.


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