Lo constitucionalmente relativo a la vivienda se
encuentra en el Capítulo III del Título I de la CE, referente a los
principios rectores que deben informar la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación del conjunto de los poderes públicos, aunque sólo pueden ser alegados conforme a
lo dispuesto en las leyes que los desarrollen. Por lo tanto, no tienen la misma fuerza ni vinculación que lo dispuesto en los Capítulos I y II del citado título referentes a los derechos y libertades. Por tanto, la radical propuesta de expropiar viviendas vacías que lo lleven más de un año tiene muchas
posibilidades de ser declarado inconstitucional, por vulnerar el
derecho fundamental de propiedad privada reconocido en el artículo 33 CE, inserto en la sección segunda del Capítulo II.
Indudablemente, expropiar una vivienda por el simple hecho de
estar deshabitada más de un año (plazo excesivamente corto en
comparación con una medida tan drástica) incide inevitablemente en
el derecho de los titulares a disponer libremente de la vivienda.
Además, una irrupción de medidas de corte socialista colectivista
en nuestro sistema jurídico podría conducir a contradicciones con
el Código Civil, el principio de autonomía de la voluntad y demás
leyes relacionadas. En cualquier caso, convendría saber si a pesar
de esa brutal incidencia en la libre disposición de la propiedad, el
eventual Gobierno de Pablo Iglesias indemnizaría adecuadamente a los
titulares o les abonaría una retribución mensual.
En cuanto a la nacionalización de sectores estratégicos de la
economía como las telecomunicaciones, energía, alimentación,
transporte, sanidad, sector farmacéutico y educativo, encontraría
muchas dificultades tanto a nivel nacional como internacional,
conllevando inevitablemente una bolivarización de España. En este
sentido, se limitaría la libertad de empresa y se vulneraría uno de
los principios que sustentan la pertenencia a la Unión Europea: la
economía de mercado, contrariando las recomendaciones de
privatización de algunos aspectos de estos sectores.
Además, el programa electoral desconoce el papel que corresponde
a un Estado cada vez más limitado en un mundo cada vez más
globalizado. No es necesaria una intervención del Estado tan directa,
ni que tome totalmente las riendas de estos sectores. La
Administración debe replegarse a posiciones estratégicas, aprobando
normas reguladoras sectoriales, asegurando que los operadores
privados las cumplan y corrigiendo desequilibrios e injusticias.
Desconocer estos principios y con ello incumplir los compromisos de
España en Europa, conduciría inevitablemente al aislamiento de
nuestro país.
Respecto a los dos últimos puntos (renta y referéndum), no
existe una confrontación directa con los principios
constitucionales, pero en la práctica se plantean como difícilmente
realizables y utópicos, especialmente lo relativo a la retribución
mínima universal por el hecho de ser ciudadano. Esto, junto a la
propuesta de jubilación a los 60, plantea toda una serie de retos
económicos: ¿Quién pagará todo eso? Respecto al referéndum
vinculante, manifestación de la reivindicada democracia
participativa, deberíamos preguntarnos cuáles serían las materias
sometidas a referéndum ciudadano. Una de las características
estrella sería su carácter vinculante, lo cual significa que aunque los
ciudadanos voten en un sentido, pueden contradecirse posteriormente y
su decisión sería inatacable por muy incoherente o disparatada que
fuera.
Este sistema podría resultar útil para Administraciones
pequeñas, pero no para el funcionamiento de la Administración
General del Estado; funcionar de esta manera es un disparate y
pondría prácticamente todo al albur de la mayoría social. Es
también un principio democrático reconocer la existencia de
elementos que se elevan por encima de mayorías, conociendo que lo bueno no siempre está del lado de la mayoría de turno. Además, se restringiría de manera desproporcionada la
autonomía gubernamental para desarrollar la política interior y
presupuestaria. En definitiva, no todo es tan sencillo como pretende
hacer ver e implantar Pablo Iglesias, todas estas medidas nos llevarían a otro
callejón sin salida.
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