Los defensores del aborto libre mantienen que el Gobierno es
hipócrita e incurre en una desfachatez ilimitada, puesto que suprime
el supuesto de malformaciones y simultáneamente suspende la Ley de
Dependencia. Es cierto que el Gobierno debe poner a disposición de
las madres con hijos discapacitados y con problemas graves todas las
ayudas y facilidades necesarias, pero tampoco es menos cierto que
dicha ley nunca llegó a entrar en vigor de manera efectiva, viéndose
paralizada desde los años de Zapatero. En el sector provida pueden
haber hipócritas, pero no creo que superen la desfachatez de ciertos
sectores progresistas, que defienden sin escrúpulos el aborto libre mientras condenan la tauromaquia
reivindicando respeto por los animales. Esto sí que es una vergüenza, como también que se
abanderen como protectores de los débiles, mientras sindicatos y
partidos políticos están enfangados en escándalos de corrupción.
En definitiva, no está la izquierda en disposición de denunciar
desfachateces.
Uno de los argumentos más utilizados por los abortistas reside en
la inexistencia de persona humana en el vientre de la mujer,
defendiendo que no se está arrebatando una vida; y en caso de
haberla, esta cedería incondicionalmente. Dicha táctica neutraliza
cualquier posible reflexión en cuanto a lo que en el vientre de la
embarazada se está desarrollando. En palabras de Bibiana Aido: “un
feto de 13 semanas es un ser vivo, pero no es un ser humano”.
¿Qué es entonces? Todo depende de cómo entendamos la existencia de
una persona humana: los abortistas cabales consideran que para estar
ante una persona humana debe concurrir vida humana y otros elementos,
siendo estos un determinado número de semanas o un cierto porcentaje
de desarrollo. ¿Quién decide cuántas semanas? ¿Qué diferencia
sustancial existe entre un concebido de 14 semanas y otro de 13, que
hace que este último no merezca tener ninguna clase de protección?
¿Por qué tiene menos derecho a vivir el embrión menos
desarrollado?¿Quién establece el porcentaje de desarrollo? ¿Quién
tiene legitimidad para decidir quién vive y quién muere?
Apoyar el planteamiento anterior llevaría a establecer dos clases
de vidas: aquellas que merecen ser vividas y otras que no lo merecen.
Por lo tanto, se distorsiona la concepción original de dignidad
defendida por el pensamiento cristiano y kantiano que sustentan uno
de los principios liberales. Pensar que por ciertas malformaciones
una vida no sea digna de vivir, contradice e invierte la concepción
original de dignidad. El otro planteamiento consiste en entender que
estamos ante una persona humana por el simple hecho de concurrir vida
humana, sin necesidad de más elementos. Por lo tanto, teniendo en
cuenta la dignidad inherente de la persona humana que impide
violentar o arrebatarle la vida, el concebido merecería el mismo
respeto y protección que una persona humana completamente
desarrollada. Esto, como mínimo, invita a reflexionar y evitar
tratar con tanta ligereza al concebido.
En cuanto a la situación jurídica del nasciturus en España, el
TC tuvo ocasión de pronunciarse cuando la primera ley socialista de
los supuestos fue recurrida ante la jurisdicción constitucional. En
su pronunciamiento, el Tribunal indica que la vida humana es un
devenir que comienza con la gestación y acaba con la muerte; además,
insiste en señalar que desde el momento de la gestación existe un
tercero diferente de la madre. Este tertium merece una protección
que se desprende del artículo 15 CE, el cual no protege la vida en
abstracto sino de manera efectiva. No obstante, el TC ha hecho
compatible este planteamiento con el aborto, puesto que al nasciturus
se le niega la titularidad del derecho a la vida, aunque está
protegido constitucionalmente en forma de bien jurídico. Las
consecuencias de ser entendido como bien jurídico y no como titular
tiene consecuencias relevantes, siendo la más importante la negación
de subjetividad propia para el concebido.
Lo expuesto anteriormente contrasta con la facilidad con que el TC
ha reconocido subjetividad propia y titularidad de derechos a las
personas jurídicas. También resulta curioso que el nasciturus no
sea titular del derecho a la vida mientras en el plano civil se le
tiene por nacido para todos los efectos que le son favorables, siendo
capaz de recibir donaciones, heredar e incluso ser parte en un
proceso jurisdiccional. En cualquier caso, la legislación abortiva
debe asegurar el equilibrio entre los derechos de la mujer y el
concebido, siendo inconstitucional aquella ley que desprotegiese de
manera clara al nasciturus. En este sentido, convendría que el
máximo intérprete constitucional se pronuncie sobre la ley de
plazos socialista y, en su momento, sobre la ley conservadora.
Aunque falta conocer el proyecto de ley en su última forma,
considero que debe debatirse en profundidad el supuesto de
malformaciones, barajando la posibilidad de incluirlo tal y como
hiciera la ley de 1985. No obstante, en caso de desecharse
definitivamente esta posibilidad, el Gobierno debe asumir el
compromiso de apoyar financieramente aquellas familias que deban
hacerse cargo de un niño con importantes problemas y fuerte
dependencia. Sería injusto que las familias cargaran exclusivamente
con el coste económico de tal situación, puesto que de lo contrario
se estaría abandonando esos niños a su suerte, debiendo intervenir
los poderes públicos de manera efectiva y sin vacilaciones.
Finalmente, estamos ante un tema complejo de interminable
casuística, lo cual dificulta hacer valoraciones con carácter
general. En este sentido, debe abordarse el debate tomando partido
por una determinada visión, pero de manera sosegada y sin
radicalismos. Quienes convierten el debate en simples proclamas
irreflexivas, insultos y descalificaciones personales carecen de
credibilidad intelectual. Quienes debaten sobre el aborto criticando
desde el odio, la intransigencia y convirtiendo el debate en un
asunto de “guerra de género” no llegan al nivel mínimo
exigible: debemos reflexionar sobre cuestiones profundas, sin
esgrimir proclamas absurdas, planteándonos que tal vez estemos
equivocados.
sábado, 28 de diciembre de 2013
viernes, 27 de diciembre de 2013
Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la Mujer (I)
El anteproyecto de la futura ley del aborto ha provocado la
protesta de toda la izquierda. Desde ciertos medios de comunicación,
partidos políticos y redes sociales se ataca una ley que durará el
tiempo que los conservadores permanezcan en el poder. El PSOE,
haciendo gala de violenta prosa, ha movilizado a su base social tan
pronto como tuvo conocimiento de la noticia, clamando venganza a
través de su vicesecretaria Elena Valenciano: “tenemos que
hacer que paguen por ello”. Las críticas han sido
contundentes, esgrimiéndose toda clase de argumentos, algunos dignos
de reflexión y otros carentes de apoyatura intelectual vertidos por
la izquierda más radical.
La futura ley modificará la legislación vigente bajo la rúbrica de Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la Mujer. La reforma devuelve a una legislación de supuestos tasados de manera similar a la ley de 1985, aunque más restringida. Sólo se contemplan dos supuestos para poder realizar el aborto: en caso de violación y grave peligro para la vida o salud física o psíquica de la mujer. En cuanto al primer supuesto, el hecho debe estar denunciado, existiendo un plazo máximo de 12 semanas para realizar la intervención. Respecto al segundo supuesto, debe estar acreditado el peligro por al menos dos informes médicos, realizados por sanitarios diferentes a los que practiquen el aborto y que trabajen en diferente centro. Todo ello en un plazo de 22 semanas. En cualquier caso, es necesario que el conflicto suscitado no pueda solucionarse desde el punto de vista médico y que de lo contrario, se provoque un menoscabo no necesariamente irreversible pero sí importante y duradero.
A diferencia de la ley socialista de 1985, el supuesto de malformaciones ha sido suprimido, aunque se abre la posibilidad de interrumpir el embarazo en tal caso cuando esa malformación sea incompatible con la vida y genere un peligro psíquico para la vida de la mujer, en cuyo caso se realizarán dos informes: uno relativo a la mujer y otro referente al nasciturus. Por otra parte, Gallardón manifestó que no habría respuesta penal para la mujer que consintiera un aborto fuera de los supuestos previstos, puesto que “la mujer nunca es culpable sino víctima”. No obstante, sí responderán penalmente los médicos que se aparten de lo legalmente previsto. En cuanto a las menores de edad, necesitarán el consentimiento de sus padres en sintonía con la Ley de Autonomía del Paciente.
Los detractores del anteproyecto denuncian la imposición de determinada moral religiosa, argumentando que impondrá obligatoriamente la maternidad a las mujeres, estando presente la presión de la Iglesia Católica. No obstante, los críticos parecen ignorar que la ley nunca es amoral, siempre toma partido respecto al modelo de sociedad que se trata de alcanzar. La izquierda cree que es la única legitimada para legislar en asuntos de especial trascendencia social, partiendo de una supuesta superioridad moral del progresismo, ante la cual la derecha debe abstenerse de configurar la práctica social. Este planteamiento es erróneo, el Gobierno conservador no hace algo distinto a lo que hicieran los socialistas al aprobar la Ley del Matrimonio Homosexual, la Ley de Salud Sexual y Reproductiva o las diversas leyes educativas. Es decir, legislar conforme a su identidad ideológica.
Los detractores del anteproyecto plantean que el mismo supone un retroceso social, llevando consigo un recorte de los derechos alcanzados por las mujeres. Según esta lógica, el Gobierno en su caracterización retrograda, invade espacios de intimidad, libertad y autonomía que son inviolables, siendo la máxima de este razonamiento la frase: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Es cierto que el TS norteamericano, no sin polémica, ha incluido el aborto dentro del derecho a la intimidad y la autonomía, extendiendo esta consideración al aborto; este criterio también ha sido seguido por el TEDH. No obstante, estamos ante planteamientos erróneos, puesto que lo no penalmente prohibido no supone necesariamente la existencia de un derecho, existen conductas que a pesar de no estar perseguidas por el ordenamiento no se convierten en derechos subjetivos.
De nuestra Constitución tampoco se desprende un derecho fundamental a abortar. En este sentido, rebatiendo los razonamientos del TS norteamericano y haciendo un símil, el derecho a la intimidad no ampara vender un riñón por el simple hecho de que esa acción incumba únicamente al sujeto. Tampoco es cierto que la decisión del aborto recaiga exclusivamente en la mujer por ser la única afectada, puesto que también deben tenerse en cuenta los sentimientos de la otra persona que ha contribuido a la concepción; y por último, como afirmara el TC español, desde el momento de la gestación existe un tertium diferente de la madre que debe ser protegido.
La futura ley modificará la legislación vigente bajo la rúbrica de Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la Mujer. La reforma devuelve a una legislación de supuestos tasados de manera similar a la ley de 1985, aunque más restringida. Sólo se contemplan dos supuestos para poder realizar el aborto: en caso de violación y grave peligro para la vida o salud física o psíquica de la mujer. En cuanto al primer supuesto, el hecho debe estar denunciado, existiendo un plazo máximo de 12 semanas para realizar la intervención. Respecto al segundo supuesto, debe estar acreditado el peligro por al menos dos informes médicos, realizados por sanitarios diferentes a los que practiquen el aborto y que trabajen en diferente centro. Todo ello en un plazo de 22 semanas. En cualquier caso, es necesario que el conflicto suscitado no pueda solucionarse desde el punto de vista médico y que de lo contrario, se provoque un menoscabo no necesariamente irreversible pero sí importante y duradero.
A diferencia de la ley socialista de 1985, el supuesto de malformaciones ha sido suprimido, aunque se abre la posibilidad de interrumpir el embarazo en tal caso cuando esa malformación sea incompatible con la vida y genere un peligro psíquico para la vida de la mujer, en cuyo caso se realizarán dos informes: uno relativo a la mujer y otro referente al nasciturus. Por otra parte, Gallardón manifestó que no habría respuesta penal para la mujer que consintiera un aborto fuera de los supuestos previstos, puesto que “la mujer nunca es culpable sino víctima”. No obstante, sí responderán penalmente los médicos que se aparten de lo legalmente previsto. En cuanto a las menores de edad, necesitarán el consentimiento de sus padres en sintonía con la Ley de Autonomía del Paciente.
Los detractores del anteproyecto denuncian la imposición de determinada moral religiosa, argumentando que impondrá obligatoriamente la maternidad a las mujeres, estando presente la presión de la Iglesia Católica. No obstante, los críticos parecen ignorar que la ley nunca es amoral, siempre toma partido respecto al modelo de sociedad que se trata de alcanzar. La izquierda cree que es la única legitimada para legislar en asuntos de especial trascendencia social, partiendo de una supuesta superioridad moral del progresismo, ante la cual la derecha debe abstenerse de configurar la práctica social. Este planteamiento es erróneo, el Gobierno conservador no hace algo distinto a lo que hicieran los socialistas al aprobar la Ley del Matrimonio Homosexual, la Ley de Salud Sexual y Reproductiva o las diversas leyes educativas. Es decir, legislar conforme a su identidad ideológica.
Los detractores del anteproyecto plantean que el mismo supone un retroceso social, llevando consigo un recorte de los derechos alcanzados por las mujeres. Según esta lógica, el Gobierno en su caracterización retrograda, invade espacios de intimidad, libertad y autonomía que son inviolables, siendo la máxima de este razonamiento la frase: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Es cierto que el TS norteamericano, no sin polémica, ha incluido el aborto dentro del derecho a la intimidad y la autonomía, extendiendo esta consideración al aborto; este criterio también ha sido seguido por el TEDH. No obstante, estamos ante planteamientos erróneos, puesto que lo no penalmente prohibido no supone necesariamente la existencia de un derecho, existen conductas que a pesar de no estar perseguidas por el ordenamiento no se convierten en derechos subjetivos.
De nuestra Constitución tampoco se desprende un derecho fundamental a abortar. En este sentido, rebatiendo los razonamientos del TS norteamericano y haciendo un símil, el derecho a la intimidad no ampara vender un riñón por el simple hecho de que esa acción incumba únicamente al sujeto. Tampoco es cierto que la decisión del aborto recaiga exclusivamente en la mujer por ser la única afectada, puesto que también deben tenerse en cuenta los sentimientos de la otra persona que ha contribuido a la concepción; y por último, como afirmara el TC español, desde el momento de la gestación existe un tertium diferente de la madre que debe ser protegido.
miércoles, 25 de diciembre de 2013
Continúa el delirio independentista
El delirio independentista de Artur Mas parece no tener límites,
está decidido a alcanzar a través de su política la independencia
de Cataluña, violentando el régimen constitucional y las más
elementales bases del Estado democrático. Los independentistas basan
su planteamiento precisamente en aquello que destruyen
conscientemente: la democracia. Ésta y el derecho de libre
determinación de los pueblos constituyen los pilares sobre los que
se asienta la doctrina independentista, salpicando todo ello de
argumentaciones históricas y sociológicas.
Impedir la consulta soberanista violentaría la democracia, alegando que tienen fobia a las urnas quienes mantienen que el futuro de España recae sobre todos los españoles. La máxima manifestación democrática consistiría en un referéndum donde los catalanes decidan. No obstante, no estarían votando un estatuto autonómico, sino sobre el futuro de la nación española. Lo votado en Cataluña no sólo repercutiría en la región, sino en todo el país. El Gobierno catalán pretende decidir unilateralmente qué es España, imponiendo su visión sobre Cataluña e ignorando flagrantemente a quienes se sienten tanto españoles como catalanes. El presidente y sus socios invierten los principios democráticos, ignorando las reglas del juego, violentando los preceptos constitucionales y los siglos de historia de la nación española.
Los separatistas se aferran al principio de libre determinación de los pueblos consagrado en la Resolución 1514 de la ONU, la cual inspiró las grandes descolonizaciones del s.XX. El uso que los secesionistas hacen de éste revela un gran desconocimiento o un ánimo desmedido de manipulación. El principio no es aplicable a Cataluña porque estaba pensado para las colonias asiáticas y africanas que durante el s.XIX estuvieron sometidas a las potencias occidentales. Además, Cataluña no es una colonia: los catalanes acceden en igualdad de condiciones a los puestos públicos, no ven constreñidos ninguno de los derechos garantizados constitucionalmente ni son expoliados por ningún Estado opresor. Por último, el principio tiene un límite claro y expresamente reconocido: el respeto de los derechos soberanos de todos los pueblos y de su integridad territorial. Por lo tanto, no es un cheque en blanco ni es aplicable en cualquier circunstancia.
Tras desmontar estos dos argumentos, al separatismo sólo le queda recurrir a tergiversaciones históricas carentes de veracidad. El secesionismo se alimenta y fortalece inoculando el odio entre los ciudadanos, promoviendo una radical intransigencia ideológica. No obstante, la situación actual es herencia lógica de un reparto competencial erróneo entre Estado y CCAA: la educación, pilar clave de la sociedad y en manos de las autonomías, ha sido utilizada como instrumento para dinamitar lo logrado durante siglos. Durante estos treinta y cinco años de democracia, las escuelas han sido productoras de generaciones envenenadas, que ahora reclaman la independencia por inercia, apoyándose en argumentaciones falaces.
La locura de Artur Mas continúa, planificando la creación de instituciones estatales para la eventual independencia, ensalzando el mito separatista a través de la red de televisiones públicas y la propaganda, financiando a ciertos grupos afines para que difundan las tesis independentistas, convocando consultas y haciendo declaraciones sin ningún tipo de eficacia jurídica. Todo ello mientras los más débiles siguen sufriendo, la creación de empresas es dificultada por culpa de asfixiantes impuestos y los casos de corrupción se multiplican. En este sentido, el Gobierno catalán procura desviar la atención del pueblo hacia cuestiones que no salpiquen su mala gestión o provoquen un examen del despilfarro de los recursos públicos.
Frente a los planes de la Generalitat, Mariano Rajoy asegura que la consulta soberanista no se celebrará. Es menester que el Gobierno de la Nación se mantenga firme en este asunto y cuente con el apoyo de la oposición; conviene que las fuerzas políticas nacionales aúnen esfuerzos en pos de la unidad nacional, puesto que nos encontramos ante una cuestión de Estado. No obstante, es perceptible cierta pasividad ante los acontecimientos: el Presidente evita desviarse de lo políticamente correcto. Por su parte, el TC ha suspendido la declaración soberanista del Parlamento catalán, aunque no deja de ser curioso: ¿Qué es exactamente lo que ha sido suspendido? ¿Cómo procesar semejante ataque directo al ordenamiento constitucional?
Ha llegado el momento de defender la unidad nacional de forma clara, combatiendo los mitos y falacias del independentismo. Debemos reflexionar acerca de una eventual reforma constitucional de competencias, plantearnos cómo subsanar este problema, lo cual pasa por devolver la educación al poder central y debatir acerca de la financiación autonómica, entre otras cuestiones. Nos encontramos verdaderamente ante una situación crítica, siendo el momento oportuno para iniciar una verdadera ofensiva intelectual contra el separatismo, la cual tan sólo han iniciado unos pocos.
Impedir la consulta soberanista violentaría la democracia, alegando que tienen fobia a las urnas quienes mantienen que el futuro de España recae sobre todos los españoles. La máxima manifestación democrática consistiría en un referéndum donde los catalanes decidan. No obstante, no estarían votando un estatuto autonómico, sino sobre el futuro de la nación española. Lo votado en Cataluña no sólo repercutiría en la región, sino en todo el país. El Gobierno catalán pretende decidir unilateralmente qué es España, imponiendo su visión sobre Cataluña e ignorando flagrantemente a quienes se sienten tanto españoles como catalanes. El presidente y sus socios invierten los principios democráticos, ignorando las reglas del juego, violentando los preceptos constitucionales y los siglos de historia de la nación española.
Los separatistas se aferran al principio de libre determinación de los pueblos consagrado en la Resolución 1514 de la ONU, la cual inspiró las grandes descolonizaciones del s.XX. El uso que los secesionistas hacen de éste revela un gran desconocimiento o un ánimo desmedido de manipulación. El principio no es aplicable a Cataluña porque estaba pensado para las colonias asiáticas y africanas que durante el s.XIX estuvieron sometidas a las potencias occidentales. Además, Cataluña no es una colonia: los catalanes acceden en igualdad de condiciones a los puestos públicos, no ven constreñidos ninguno de los derechos garantizados constitucionalmente ni son expoliados por ningún Estado opresor. Por último, el principio tiene un límite claro y expresamente reconocido: el respeto de los derechos soberanos de todos los pueblos y de su integridad territorial. Por lo tanto, no es un cheque en blanco ni es aplicable en cualquier circunstancia.
Tras desmontar estos dos argumentos, al separatismo sólo le queda recurrir a tergiversaciones históricas carentes de veracidad. El secesionismo se alimenta y fortalece inoculando el odio entre los ciudadanos, promoviendo una radical intransigencia ideológica. No obstante, la situación actual es herencia lógica de un reparto competencial erróneo entre Estado y CCAA: la educación, pilar clave de la sociedad y en manos de las autonomías, ha sido utilizada como instrumento para dinamitar lo logrado durante siglos. Durante estos treinta y cinco años de democracia, las escuelas han sido productoras de generaciones envenenadas, que ahora reclaman la independencia por inercia, apoyándose en argumentaciones falaces.
La locura de Artur Mas continúa, planificando la creación de instituciones estatales para la eventual independencia, ensalzando el mito separatista a través de la red de televisiones públicas y la propaganda, financiando a ciertos grupos afines para que difundan las tesis independentistas, convocando consultas y haciendo declaraciones sin ningún tipo de eficacia jurídica. Todo ello mientras los más débiles siguen sufriendo, la creación de empresas es dificultada por culpa de asfixiantes impuestos y los casos de corrupción se multiplican. En este sentido, el Gobierno catalán procura desviar la atención del pueblo hacia cuestiones que no salpiquen su mala gestión o provoquen un examen del despilfarro de los recursos públicos.
Frente a los planes de la Generalitat, Mariano Rajoy asegura que la consulta soberanista no se celebrará. Es menester que el Gobierno de la Nación se mantenga firme en este asunto y cuente con el apoyo de la oposición; conviene que las fuerzas políticas nacionales aúnen esfuerzos en pos de la unidad nacional, puesto que nos encontramos ante una cuestión de Estado. No obstante, es perceptible cierta pasividad ante los acontecimientos: el Presidente evita desviarse de lo políticamente correcto. Por su parte, el TC ha suspendido la declaración soberanista del Parlamento catalán, aunque no deja de ser curioso: ¿Qué es exactamente lo que ha sido suspendido? ¿Cómo procesar semejante ataque directo al ordenamiento constitucional?
Ha llegado el momento de defender la unidad nacional de forma clara, combatiendo los mitos y falacias del independentismo. Debemos reflexionar acerca de una eventual reforma constitucional de competencias, plantearnos cómo subsanar este problema, lo cual pasa por devolver la educación al poder central y debatir acerca de la financiación autonómica, entre otras cuestiones. Nos encontramos verdaderamente ante una situación crítica, siendo el momento oportuno para iniciar una verdadera ofensiva intelectual contra el separatismo, la cual tan sólo han iniciado unos pocos.
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Nacionalismo,
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Santacrucero
martes, 27 de agosto de 2013
La cuestión gibraltareña
Para abordar el asunto gibraltareño
debemos retroceder hasta sus orígenes históricos, lo cual nos hará comprender perfectamente el dolor que produce en España la posesión
británica de la Roca. Todo comienza con la Guerra de Sucesión
española a principios del siglo XVIII, cuando el último monarca
Habsburgo, falleciendo sin descendencia, entregó la corona española
a Felipe de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV. El temor a la
ruptura del equilibrio continental debido a una posible alianza entre
franceses y españoles, con la consecuente hegemonía franco-española
en Europa, llevó a Inglaterra y otros países a proponer un
candidato alternativo: el archiduque Carlos.
Estas circunstancias condujeron al
estallido de una nueva guerra y la división civil española. El
desenlace del conflicto supuso para España algo más que pérdidas
territoriales y la extinción de su hegemonía en Europa; significó
la completa implantación de la Monarquía absolutista. En este
sentido, si bien Felipe V respetó los fueros vascos, la Corona de
Aragón perdió la mínima autonomía que le quedaba, pasando a
reformarse al estilo francés la organización territorial. En otras
palabras, Felipe V impuso un control centralista del Estado, tal y
como Olivares recomendó a Felipe IV en 1624. En definitiva, las
instituciones aragonesas de control del poder real fueron liquidadas
por los Decretos de Nueva Planta.
En estas líneas nos hemos limitado a
realizar un análisis histórico-jurídico de lo que supuso la
llegada de los Borbones a España; pero lamentablemente, son muchos
los análisis subjetivos que se hacen de esta etapa de nuestra
Historia, convirtiendo algunos episodios en baluartes nacionalistas.
Un ejemplo puede ser Rafael Casanova y la Diada, quienes en ningún
momento estuvieron vinculados con el independentismo, sino con la
visión particular que cada bando tenía sobre la España de aquella
época.
Retomando el asunto meramente
territorial, las tropas anglo-holandesas tomando posiciones en la
guerra civil en nombre del archiduque, ocuparon Gibraltar, y en
contra de lo que debiera esperarse, el Peñón fue tomado en nombre
del monarca inglés. Este acto contrariaba cualquier norma moral o de
caballería, puesto que España no se encontraba propiamente en
guerra con la Gran Bretaña, ni debe olvidarse que esta nación
únicamente tomaba partido en una guerra civil. Dicho punto de vista
no es parcial, puesto que han sido muchas las voces británicas
ilustres que han condenado este episodio, como Sir Robert Gardiner,
John Bright, William Atkinson, Holliday Sutherland y Arnold Toynbee.
Dicha situación fue ratificada
posteriormente en el Tratado de Utrecht de 1715, donde se reconocía
a Felipe de Anjou como rey de España a cambio de ciertas
condiciones, como la imposibilidad de que España y Francia
estuvieran bajo el mismo trono y la pérdida de algunos territorios
como Gibraltar. La situación de la colonia era bastante precaria, ya
que estaba incomunicada del resto del territorio español, contando
únicamente con la fortaleza y las aguas del puerto, sin ningún tipo
de aguas jurisdiccionales. A partir de ese momento, la supervivencia
de la colonia ha estado basada en actividades fraudulentas; debiendo
añadirse la desobediencia continua al tratado y las leyes por parte
de las autoridades del Peñón, quienes favorecidos por ciertos
acontecimientos históricos aprovecharon para extenderse
territorialmente.
Desde el s.XVIII los intentos de
recuperar la posesión de la plaza fueron continuos, quedando abierta
una herida que sigue sin cicatrizar. A lo largo del s.XX se lograron
algunos avances considerables como la inclusión de Gibraltar por
parte de la ONU en la lista de territorios a descolonizar. En pleno
s.XXI, el derecho internacional y las leyes amparan las
pretensiones españolas, siendo muestra de ello la sentencia del TJUE
relativa a las aguas jurisdiccionales. Por otra parte, esquivando la
cuestión de la soberanía y el patriotismo, al cual se atribuye
erróneamente la razón de denunciar una injusticia, es obvio que
Gibraltar infringe las leyes, siendo menester sancionar los
atropellos de acuerdo a la legalidad.
El lanzamiento de hormigón al mar y el
acoso a pescadores andaluces no es un plan preestablecido del
Gobierno español, cuyas acertadas respuestas en este asunto deben
ser respaldadas por la ciudadanía y la oposición. Picardo, en la
engañosa seguridad del cacique, ha subestimado a los conservadores,
creyendo que continuarían la línea de aceptación de hechos
consumados de los últimos años. El líder gibraltareño pensó que
el Gobierno de España seguía siendo partidario de la inclusión de
la Roca, sin voz ni voto y cuya política exterior depende del Reino
Unido, en las negociaciones. Afortunadamente, atrás quedan las
torpezas de Moratinos y compañía, para quienes España era un
“concepto discutido y discutible”.
Si nos ajustamos a lo dispuesto en el
propio tratado de Utrecht, no se contempla la autonomía ni la
independencia de la colonia, sino únicamente se expresa la
preferencia del Reino de España en caso de enajenación del
territorio por parte del Reino Unido. Por lo tanto, no cabe otra
solución al conflicto que no sea la devolución del territorio a
manos españolas. Mientras eso no ocurra, deben dejarse claras las
intenciones españolas, procurando que la alternancia en el poder no
suponga un giro de la política exterior respecto a Gibraltar. Todo
ello transmitirá una imagen de seguridad a la comunidad
internacional, frenando el deterioro de nuestra maltrecha reputación.
Por último, conviene mencionar ciertos
intereses económicos perversos que reinan en la colonia británica,
constituyendo el principal escollo para la devolución. Debe
denunciarse su papel como paraíso fiscal y las prácticas
irregulares que acoge; en este sentido, España debe perseguir el
fraude, el engaño de las sociedades fantasma, cumplir las leyes y no
recular bajo ningún concepto en sus exigencias.
domingo, 18 de agosto de 2013
"Los Miserables", de Víctor Hugo
Este artículo nace como reflexión
sobre el contenido de cierta novela publicada en 1862 bajo el título
de
“Los Miserables”, escrita por Víctor Hugo. Cualquiera ha oído mencionar este escritor y la gran altura intelectual de sus obras; quien haya profundizado en su figura habrá comprobado su vocación política y las consecuencias derivadas de su compromiso ideológico, como el exilio. Definitivamente, Víctor Hugo fue un destacado intelectual del siglo XIX y uno de los personajes más ilustres de la Historia contemporánea de Francia y Occidente.
Todos le atribuyen elogios sin ni tan siquiera haber leído previamente cualquiera de sus obras. Sin embargo, tras la lectura de “Los Miserables” lo expuesto anteriormente no varía un ápice; de hecho, las virtudes expuestas son incapaces de abarcar en su totalidad la grandeza del autor y su obra. Existe un antes y un después tras la lectura de esta novela; quien considere la literatura un goce aprenderá lecciones vitales, emprenderá una revisión interna que le llevará a crecer intelectual y espiritualmente. En todos los sentidos, esta obra de arte constituye un gran alimento para el alma inquieta que busca respuestas en el torbellino de la realidad, bajo la incorruptibilidad y coherencia de los principios.
“Los Miserables” constituye un monumento de reflexión filosófica, política y religiosa. Para un ser humano ávido de conocimiento y debate, esta novela representa una explosión de crítica hacia los hombres, los sistemas políticos y las leyes; y de denuncia hacia la hipocresía e incoherencia social. Interiorizar esta obra literaria permite al lector detener el tiempo en el dinamismo y vorágine social, fijar la vista en los más desfavorecidos y encontrar un amplio abanico de personajes: héroes, villanos y mártires. Además, cada capítulo se encuentra plagado de reflexiones que permiten navegar en el océano de los sentimientos más sublimes.
Víctor Hugo sitúa al lector en el contexto histórico del momento, impartiendo una magistral clase de Historia contemporánea y mostrando los defectos de la primera formulación del Estado liberal, testigo de la agonía del absolutismo. Durante el s.XVIII la monarquía absolutista frenó el avance del comercio y la economía; la seguridad que proporcionaba frente al feudalismo había pasado a mejor vida. Además, las aspiraciones de la burguesía pujante confrontaron con los estrictos controles y requisas estatales. La Ilustración y los precedentes históricos, combinados con el malestar social y la estrategia burguesa, constituyeron el caldo de cultivo para las dos grandes revoluciones del s.XVIII.
En un primer momento, los derechos y libertades eran efectivos únicamente para cierta minoría privilegiada, siendo muestra de ello el sufragio censitario. La Constitución representaba un mero marco político, de carácter programático y vulnerable a reformas arbitrarias, debido a la inexistencia de mecanismos jurídicos de aplicación y estabilidad temporal. Víctor Hugo recoge las demandas de la clase media y popular, ilustra de forma sublime el camino a seguir para la consecución del Estado social y democrático. En su línea visionaria, el escritor demanda un Estado más comprometido con los desfavorecidos, que proteja a aquellos pilluelos huérfanos de París y garante de unas condiciones dignas para los obreros.
Ese modelo de convivencia tan sólo aparecerá como fruto de la evolución del Estado liberal, presionado por las demandas de la clase media y el movimiento obrero, siendo grandes rivales ideológicos el fascismo y el socialismo. Será después de las dos conflagraciones mundiales cuando las Constituciones adquirirán auténtico carácter vinculante y asegurarán la existencia del Estado democrático y social, donde se lucha frente a las desgarradoras escenas que Víctor Hugo describe. También merece la pena mencionar su discurso en la Conferencia de la Paz de 1849 en París, donde el intelectual apuesta por la unidad de Europa consagrándose como precursor de la Unión Europea.
La persecución del policía Javert sobre Juan Valjean representa uno de los debates más prolíficos del Derecho, y es la no necesaria coincidencia entre legalidad y justicia. Víctor Hugo muestra que el cumplimiento de la ley no siempre es sinónimo de justicia, que la obediencia ciega a los códigos obviando principios morales puede conducir a excesos. La situación filosófico-jurídica francesa del s.XIX es reflejada perfectamente, predominando el tenor literal de los textos legales y la prohibición de cualquier clase de interpretación judicial. En definitiva, intentar evitar la arbitrariedad condujo a la obediencia ciega de la ley y al olvido del derecho natural, error que permitió al Estado nazi cometer los excesos del Holocausto amparándose en la ley.
Como conclusión, debemos tener en cuenta que el Estado democrático no es definitivo, es susceptible de sufrir retrocesos, siendo por ello un continuo aprendizaje. En esta línea, los ciudadanos deben ser críticos con la actuación de sus representantes, concienciarse sobre la importancia de su voto y el sacrificio que ha supuesto alcanzar la democracia.
“Los Miserables”, escrita por Víctor Hugo. Cualquiera ha oído mencionar este escritor y la gran altura intelectual de sus obras; quien haya profundizado en su figura habrá comprobado su vocación política y las consecuencias derivadas de su compromiso ideológico, como el exilio. Definitivamente, Víctor Hugo fue un destacado intelectual del siglo XIX y uno de los personajes más ilustres de la Historia contemporánea de Francia y Occidente.
Todos le atribuyen elogios sin ni tan siquiera haber leído previamente cualquiera de sus obras. Sin embargo, tras la lectura de “Los Miserables” lo expuesto anteriormente no varía un ápice; de hecho, las virtudes expuestas son incapaces de abarcar en su totalidad la grandeza del autor y su obra. Existe un antes y un después tras la lectura de esta novela; quien considere la literatura un goce aprenderá lecciones vitales, emprenderá una revisión interna que le llevará a crecer intelectual y espiritualmente. En todos los sentidos, esta obra de arte constituye un gran alimento para el alma inquieta que busca respuestas en el torbellino de la realidad, bajo la incorruptibilidad y coherencia de los principios.
“Los Miserables” constituye un monumento de reflexión filosófica, política y religiosa. Para un ser humano ávido de conocimiento y debate, esta novela representa una explosión de crítica hacia los hombres, los sistemas políticos y las leyes; y de denuncia hacia la hipocresía e incoherencia social. Interiorizar esta obra literaria permite al lector detener el tiempo en el dinamismo y vorágine social, fijar la vista en los más desfavorecidos y encontrar un amplio abanico de personajes: héroes, villanos y mártires. Además, cada capítulo se encuentra plagado de reflexiones que permiten navegar en el océano de los sentimientos más sublimes.
Víctor Hugo sitúa al lector en el contexto histórico del momento, impartiendo una magistral clase de Historia contemporánea y mostrando los defectos de la primera formulación del Estado liberal, testigo de la agonía del absolutismo. Durante el s.XVIII la monarquía absolutista frenó el avance del comercio y la economía; la seguridad que proporcionaba frente al feudalismo había pasado a mejor vida. Además, las aspiraciones de la burguesía pujante confrontaron con los estrictos controles y requisas estatales. La Ilustración y los precedentes históricos, combinados con el malestar social y la estrategia burguesa, constituyeron el caldo de cultivo para las dos grandes revoluciones del s.XVIII.
En un primer momento, los derechos y libertades eran efectivos únicamente para cierta minoría privilegiada, siendo muestra de ello el sufragio censitario. La Constitución representaba un mero marco político, de carácter programático y vulnerable a reformas arbitrarias, debido a la inexistencia de mecanismos jurídicos de aplicación y estabilidad temporal. Víctor Hugo recoge las demandas de la clase media y popular, ilustra de forma sublime el camino a seguir para la consecución del Estado social y democrático. En su línea visionaria, el escritor demanda un Estado más comprometido con los desfavorecidos, que proteja a aquellos pilluelos huérfanos de París y garante de unas condiciones dignas para los obreros.
Ese modelo de convivencia tan sólo aparecerá como fruto de la evolución del Estado liberal, presionado por las demandas de la clase media y el movimiento obrero, siendo grandes rivales ideológicos el fascismo y el socialismo. Será después de las dos conflagraciones mundiales cuando las Constituciones adquirirán auténtico carácter vinculante y asegurarán la existencia del Estado democrático y social, donde se lucha frente a las desgarradoras escenas que Víctor Hugo describe. También merece la pena mencionar su discurso en la Conferencia de la Paz de 1849 en París, donde el intelectual apuesta por la unidad de Europa consagrándose como precursor de la Unión Europea.
La persecución del policía Javert sobre Juan Valjean representa uno de los debates más prolíficos del Derecho, y es la no necesaria coincidencia entre legalidad y justicia. Víctor Hugo muestra que el cumplimiento de la ley no siempre es sinónimo de justicia, que la obediencia ciega a los códigos obviando principios morales puede conducir a excesos. La situación filosófico-jurídica francesa del s.XIX es reflejada perfectamente, predominando el tenor literal de los textos legales y la prohibición de cualquier clase de interpretación judicial. En definitiva, intentar evitar la arbitrariedad condujo a la obediencia ciega de la ley y al olvido del derecho natural, error que permitió al Estado nazi cometer los excesos del Holocausto amparándose en la ley.
Como conclusión, debemos tener en cuenta que el Estado democrático no es definitivo, es susceptible de sufrir retrocesos, siendo por ello un continuo aprendizaje. En esta línea, los ciudadanos deben ser críticos con la actuación de sus representantes, concienciarse sobre la importancia de su voto y el sacrificio que ha supuesto alcanzar la democracia.
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martes, 30 de julio de 2013
La España del siglo XXI, segunda parte.
Los pueblos desconocedores de su Historia están condenados a
repetirla, no siendo España la excepción. Por ello es fundamental
conocer nuestra Historia con sus luces y sombras, estudiando
especialmente los motivos de las sombras. Para progresar como nación
es de vital importancia desterrar el fantasma de las dos Españas,
asunto zanjado en 1978 y resucitado por Rodríguez Zapatero.
Desgraciadamente se han reabierto heridas, simplificando la Historia
con fines electorales y revanchistas; no debemos dar la espalda a los
familiares de los asesinados en la Guerra Civil, pero debemos conocer
los límites que separan justicia y tergiversar la Historia.
La división interna nos debilitará a la hora de afrontar los retos del siglo, por ello necesitamos unidad y unas fuerzas políticas responsables con vocación de Estado. Otra cuestión importante que deberá abordarse en algún momento de la centuria es el debate monarquía-república. La instauración de una república sólo será beneficiosa si sus políticos adquieren una concepción universal del Estado, alejada de visiones partidistas. En este sentido, la III República deberá ser de todos los españoles, verdaderamente democrática y desvinculada de la fallida II República. Esta forma de Estado deberá ser patrimonio de toda la nación, alejada del uso partidista que ciertos sectores hacen de dicha formulación.
En el plano económico, situar a España como potencia económica pasa por invertir en un modelo de crecimiento basado en la innovación y diversificación de la base económica. A pesar de que el sector terciario ha soportado el peso económico a finales del s.XX y principios del XXI, convendría potenciar la industria y las actividades de alto valor añadido. Para lograr nuestros objetivos económicos se debe explotar y rentabilizar al máximo nuestra pertenencia a la Unión Europea, proyecto común que parece irreversible. Además, debe incentivarse la creación de empresas a través de impuestos bajos y la eliminación de barreras y trámites burocráticos.
Por lo tanto, la mejor receta para reducir un paro que parece estructural, es el fortalecimiento y multiplicación de las PYME y los autónomos. Debemos construir un país puntero en I+D+i, donde si los jóvenes se marchan no sea por inexistencia de oportunidades; poniendo en marcha programas de inversión pública y especialmente de inversión privada. Con el objetivo de crear y reclutar a los mejores cerebros de Europa debemos atraer la inversión, aumentar la productividad, la competitividad y reformar el sistema educativo. Luchar firmemente contra la corrupción y cumplir la ley frente al fraude son determinantes para crear riqueza y reforzar nuestra imagen internacional.
España debe apostar por una economía de mercado y libre competencia, pero nunca debe olvidar las circunstancias de los más desfavorecidos. Las leyes y la economía se encuentran al servicio del ciudadano, por ello el Estado debe contar con una red efectiva de servicios públicos y subsidios para los más pobres, asegurando la dignidad y proveyendo lo indispensable. Debemos priorizar en el gasto de servicios públicos esenciales y recortar gastos superfluos como radio televisiones públicas, policía política y florituras del teatro institucional. Debe existir igualdad de oportunidades para quien desee progresar, donde el esfuerzo y el espíritu de sacrificio aseguren el triunfo. El capital no debería ser determinante, entendiendo que perseguir la riqueza no acaba con la pobreza.
Finalmente, parafraseando a Víctor Hugo: “Animad al rico y proteged al pobre, suprimid la miseria; poned término a la explotación del débil por el fuerte; poned freno al inicuo recelo del que está en camino contra el que ha llegado ya; ajustad matemáticamente y fraternalmente el salario al trabajo; mezclad enseñanza gratuita y obligatoria con el crecimiento de la infancia; haced de la ciencia la base de la virilidad; desarrollar las inteligencias, ocupando al mismo tiempo los brazos; sed a la vez un pueblo poderoso y una familia de hombres felices; democratizad la propiedad, no aboliéndola, sino universalizándola, de modo que todo ciudadano, sin excepción, pueda ser propietario, cosa más fácil de la que se cree; en una palabra: sabed producir y repartir riqueza, y tendréis justamente la grandeza material y la grandeza moral”.
La división interna nos debilitará a la hora de afrontar los retos del siglo, por ello necesitamos unidad y unas fuerzas políticas responsables con vocación de Estado. Otra cuestión importante que deberá abordarse en algún momento de la centuria es el debate monarquía-república. La instauración de una república sólo será beneficiosa si sus políticos adquieren una concepción universal del Estado, alejada de visiones partidistas. En este sentido, la III República deberá ser de todos los españoles, verdaderamente democrática y desvinculada de la fallida II República. Esta forma de Estado deberá ser patrimonio de toda la nación, alejada del uso partidista que ciertos sectores hacen de dicha formulación.
En el plano económico, situar a España como potencia económica pasa por invertir en un modelo de crecimiento basado en la innovación y diversificación de la base económica. A pesar de que el sector terciario ha soportado el peso económico a finales del s.XX y principios del XXI, convendría potenciar la industria y las actividades de alto valor añadido. Para lograr nuestros objetivos económicos se debe explotar y rentabilizar al máximo nuestra pertenencia a la Unión Europea, proyecto común que parece irreversible. Además, debe incentivarse la creación de empresas a través de impuestos bajos y la eliminación de barreras y trámites burocráticos.
Por lo tanto, la mejor receta para reducir un paro que parece estructural, es el fortalecimiento y multiplicación de las PYME y los autónomos. Debemos construir un país puntero en I+D+i, donde si los jóvenes se marchan no sea por inexistencia de oportunidades; poniendo en marcha programas de inversión pública y especialmente de inversión privada. Con el objetivo de crear y reclutar a los mejores cerebros de Europa debemos atraer la inversión, aumentar la productividad, la competitividad y reformar el sistema educativo. Luchar firmemente contra la corrupción y cumplir la ley frente al fraude son determinantes para crear riqueza y reforzar nuestra imagen internacional.
España debe apostar por una economía de mercado y libre competencia, pero nunca debe olvidar las circunstancias de los más desfavorecidos. Las leyes y la economía se encuentran al servicio del ciudadano, por ello el Estado debe contar con una red efectiva de servicios públicos y subsidios para los más pobres, asegurando la dignidad y proveyendo lo indispensable. Debemos priorizar en el gasto de servicios públicos esenciales y recortar gastos superfluos como radio televisiones públicas, policía política y florituras del teatro institucional. Debe existir igualdad de oportunidades para quien desee progresar, donde el esfuerzo y el espíritu de sacrificio aseguren el triunfo. El capital no debería ser determinante, entendiendo que perseguir la riqueza no acaba con la pobreza.
Finalmente, parafraseando a Víctor Hugo: “Animad al rico y proteged al pobre, suprimid la miseria; poned término a la explotación del débil por el fuerte; poned freno al inicuo recelo del que está en camino contra el que ha llegado ya; ajustad matemáticamente y fraternalmente el salario al trabajo; mezclad enseñanza gratuita y obligatoria con el crecimiento de la infancia; haced de la ciencia la base de la virilidad; desarrollar las inteligencias, ocupando al mismo tiempo los brazos; sed a la vez un pueblo poderoso y una familia de hombres felices; democratizad la propiedad, no aboliéndola, sino universalizándola, de modo que todo ciudadano, sin excepción, pueda ser propietario, cosa más fácil de la que se cree; en una palabra: sabed producir y repartir riqueza, y tendréis justamente la grandeza material y la grandeza moral”.
viernes, 26 de julio de 2013
La España del siglo XXI, primera parte.
El comienzo del siglo XXI está siendo
desalentador, España continúa sumida en una crisis económica agravada por una errónea gestión. Los Gobiernos parecen incapaces
de encontrar la fórmula del crecimiento, mientras el paro alcanza
cotas elevadas y la pobreza generalizada aumenta. El modelo de
convivencia social se tambalea; unión y solidaridad se difuminan
mientras sectores ostracistas ocultan sus fracasos mediante falacias.
Existe una corrupción institucionalizada, minadora de los pilares
democráticos y del Estado de Derecho. Muchos jóvenes abandonan sus
estudios, en un contexto donde la cultura brilla por su ausencia y la
democracia es desvirtuada.
No obstante, nuestro país ha sufrido
peores momentos históricos como la Guerra de Sucesión o la Guerra
Civil. En este sentido, aún tenemos el privilegio de pertenecer al
hemisferio rico del planeta, nunca antes se habían alcanzado
semejantes niveles de alfabetización, renta per cápita y
desarrollo. La crisis económica ha deteriorado esta situación, pero
corresponde a los españoles asumir el reto que plantea el siglo XXI: la consolidación en esos campos. La nación aceptará ese difícil
desafío, que requiere líneas de actuación claras, sin las cuales
España está condenada al segundo plano de la escena internacional e
incluso queda comprometida su propia existencia.
España necesita una reforma
constitucional garantizadora de la separación de poderes, truncada a
través de los artículos 122.3, 123.2 y 159.1 de la Constitución.
La carta magna actual se adaptó a un marco histórico determinado;
el poder y privilegios otorgados a los partidos políticos se ajustan
al final del franquismo, asegurando su consolidación frente a un
Estado con una experiencia democrática inexistente. Después de
treinta y cinco años de democracia algunas prerrogativas políticas
carecen de sentido real. Por ello es fundamental actualizar nuestra
Constitución, permitiendo que los jueces elijan a los miembros del
CGPJ, y velando por la independencia del Tribunal Constitucional,
viciado por los intereses del bipartidismo.
Para situarnos entre las primeras
democracias mundiales debemos abordar la existencia de España y su
supervivencia. En este sentido la ley electoral, igualmente adaptada
a un marco histórico caduco, favorece que partidos regionales
obtengan una representación mayor que formaciones de ámbito
nacional con una cantidad mayor de votantes. Como consecuencia,
corrientes ideológicas minoritarias sirven como bisagra para la
formación de gobiernos nacionales, existiendo contrapartidas que
redundan en perjuicio de los intereses globales. Aunque el Senado se
diseñó para la resolución de conflictos territoriales, dicha
función la cumple el Congreso desvirtuando las funciones de la
cámara alta.
Una de las riquezas de España es la pluralidad, presente durante toda su Historia, cuyo carácter
aglutinador empezó a ser discutido por ciertos sectores burgueses a
finales del s.XIX. Actualmente el nacionalismo se encuentra en auge favorecido por el diseño territorial del Estado, siendo competencia
autonómica materias esenciales como la educación. Se ha permitido durante años que los nacionalistas eduquen varias generaciones de ciudadanos en el odio hacia España, un odio irracional
basado en mitos y calumnias. Además, se ha llegado a un punto donde
es más fácil culpar al Estado español y ser señor feudal
autonómico que asumir responsabilidades políticas y ser referencia
para el resto de España.
Evidentemente, necesitamos actualizar
nuestra organización territorial. Desconociendo si conviene una
mayor descentralización o una centralización, debe ser una reforma
que impida la ruptura de España, no entorpezca el desarrollo
económico ni favorezca el despilfarro, y mucho menos la corrupción.
Además, debe solucionar definitivamente el asunto de la financiación
autonómica; en este sentido, si pretendemos que España perdure más
allá del siglo XXI debe revisarse la ley electoral, recuperar
competencias esenciales y actualizar la organización territorial.
sábado, 20 de julio de 2013
Bárcenas, la dimisión del Gobierno y la oposición.
Una tormenta sacude el Partido Popular
y el Gobierno de España: el estallido de un supuesto nuevo caso de
corrupción que implica a Luis Bárcenas, titular de
ostentosas cuentas en Suiza, y la existencia de unos documentos
acreditativos del pago de comisiones irregulares a miembros de la
cúpula del Partido Popular. El último episodio de esta polémica lo
constituye la publicación de unos mensajes entre Mariano Rajoy y el ex-tesorero. En dicha conversación, el Presidente del Gobierno le muestra su apoyo, exhortándole a aguantar y
reconociendo el esfuerzo del partido.
La conversación se produce en un
momento en el que el asunto es investigado por la Audiencia Nacional,
incrementándose las sospechas sobre la financiación irregular del
Partido Popular. Dicho episodio es el último de una serie de
escándalos que motivan la comparecencia de Mariano Rajoy ante las
Cortes, las demandas de la oposición y la opinión pública. En este
sentido, los gestos más valientes del Presidente han sido la
comparecencia a través de un plasma ante los periodistas, sin turno
de preguntas; y la huida indisimulada ante cuestiones directas. El
silencio y la invisibilidad han sido la tónica dominante en la
escena política española durante muchos meses.
Este último capítulo podría
precipitar la caída del Gobierno de Mariano Rajoy. Es imposible
gobernar dignamente sin dar explicaciones ni asumir responsabilidades
políticas; resulta vergonzoso ejercer funciones presidenciales bajo
semejantes sospechas. No obstante, a pesar de la dificultad que
supone decepcionar en mayor grado a la ciudadanía ante el
incumplimiento del programa electoral y la incapacidad para frenar el
independentismo, las pruebas contra Rajoy no son aún suficientemente
sólidas. Serán los Tribunales quienes deben verificar la
autenticidad de los documentos y pruebas, no la oposición ni la
opinión pública.
El caso Bárcenas se engloba en un
contexto de podredumbre institucional y política; polémicas como
ésta demuestran la escasa calidad democrática de España y su
posicionamiento en las democracias de segundo orden. La corrupción
institucionalizada se consolida mientras el país sigue una deriva
nada esperanzadora, donde los ciudadanos pierden calidad de vida y
los políticos velan únicamente por su electorado. Ante la
inexistencia de estadistas ni verdaderos líderes, el bipartidismo
agoniza; pero mientras eso ocurre, la separación de poderes brilla
por su ausencia, el CGPJ sigue siendo un órgano político y los dos
grandes partidos continúan repartiéndose los magistrados del TC.
Conociendo que semejante situación
institucional se extiende desde el comienzo de la democracia y que la
corrupción no es endémica del centro derecha, la escandalizada
oposición, con el PSOE e IU al frente, se ha reunido de urgencia
barajando la posibilidad de presentar una moción de censura,
simbólica y sin posibilidades de triunfo. Resulta curiosa la
desmemoria de estos partidos, salpicados igualmente por escándalos
de corrupción unidos a la pésima gestión de las Comunidades
Autónomas bajo su gobierno. La regeneración democrática no vendrá
de la mano de estos partidos, quienes se nutrirán de los restos del
Partido Popular sin haber realizado un ejercicio de verdadera
transparencia, obviando sus propias corruptelas.
El Gobierno conservador ha entrado en
franca decadencia, aunque no debemos dejarnos engañar por la
oposición, entendiendo que los políticos constituyen un
precipitado de la sociedad; y que la legitimidad de quienes exigen la
dimisión de Mariano Rajoy no aumenta un ápice con la corrupción
popular. Bajo las exigencias opositoras se esconde el interés de
derribar al Gobierno a cualquier precio. El espíritu crítico entiende que quienes se autoproclaman defensores de la transparencia
y la ética política, conocen perfectamente las cloacas del
funcionamiento partidista y los trapos sucios del propio Estado.
domingo, 7 de julio de 2013
La reforma educativa
Vivimos en un momento histórico donde
la educación es obligatoria y gratuita hasta determinada edad; atrás
quedan épocas donde tan sólo un grupo de privilegiados accedían a
la enseñanza. Además, España se encuentra entre los países que
disponen de una red de ayudas y becas, a pesar del contexto económico
y los recortes. No obstante, ciertos sectores preocupados únicamente
por la educación cuando pierden el poder, han criticado duramente la
reforma educativa y el decreto sobre becas.
La educación española es mejorable
según los informes PISA y de la OCDE; a través de estos documentos
quedan desmontados los mitos que rodean el sistema educativo. Es
falso que España invierta poco en comparación con sus vecinos
europeos; de hecho, el gasto por alumno y otros indicadores se
encuentran en la media continental. La educación ha sufrido
recortes, pero también es cierto que los resultados siguen siendo
pésimos en épocas de bonanza y con una inversión mayor. Por lo
tanto, existe un problema de fondo: el fracaso escolar no es una
cuestión económica, sino de proyecto educativo. Corregir los
defectos de una educación financiada correctamente, de pésimos
resultados y que desincentiva al alumnado es el mayor reto al que se
enfrenta la España del siglo XXI.
El fracaso educativo español tiene
unos orígenes claros. En primer lugar, no existe un proyecto
global, dado que las Comunidades Autónomas desarrollan la
legislación educativa a su antojo; en segundo lugar, la enseñanza
es inestable, asentándose en un dinamismo perpetuo donde es
concebida como fruto de la tendencia política del ministro de turno.
En tercer lugar, es imposible lograr buenos resultados donde equidad e
igualdad se confunden con mediocridad, y la excelencia es impropia,
en un intento deliberado de igualar hacia el mínimo a todos los
estudiantes. Y en cuarto lugar, es difícil alcanzar la excelencia donde el espíritu crítico brilla por su ausencia y el profesorado
está excesivamente politizado.
Las reformas propuestas por el ministro
Wert se engloban en la costumbre española de concebir la educación
como un asunto dependiente de la alternancia política; no
obstante, suponen un claro avance abordando cuestiones relevantes. Con
ciertos matices, es conveniente instaurar de forma activa la religión
en las aulas, dado que los valores del cristianismo han contribuido
de forma decisiva a la formación de la cultura europea,
constituyendo junto a la filosofía griega y el derecho romano los
pilares de Occidente. Alejándonos del debate sobre sotanas y
catecismo, es positivo inculcar unos principios que se elevan sobre
ideologías, sirviendo para conocer nuestras raíces y combatir el
simplismo y la demagogia dominantes.
La Ley Orgánica de Mejora de la
Calidad Educativa también aborda una cuestión relevante: el elevado
excedente universitario y la masificación de las aulas, frente a una
Formación Profesional desmerecida y despreciada, a pesar de ofrecer
grandes posibilidades. Nos encontramos ante un dogma sociológico
inexistente en el resto de Europa, según el cual cuando se finaliza
la educación secundaria lo más sensato es emprender una carrera
universitaria, sin plantearse previamente otras alternativas. El
resultado de esta inercia social es la elección arbitraria de
estudios, la desmotivación y el consiguiente abandono.
Por otra parte, las becas no deben ser
entendidas como limosna y requieren de la necesaria correspondencia
del alumno. Son muchas las críticas dirigidas contra José Ignacio
Wert, pero éstas se derrumban cuando planteamos qué clase de
educación queremos. Si pretendemos lograr una enseñanza y alumnos
mediocres, continuemos tomando el cinco como punto de partida; por el
contrario, si el objetivo es la excelencia, aumentar el rendimiento y
no malgastar recursos públicos, barajemos la posibilidad de elevar
la nota necesaria para acceder a una beca, promovamos el esfuerzo y
la dedicación.
La oposición cree que los más
humildes serán expulsados del sistema mientras los ricos, aunque
tengan un rendimiento escaso, podrán permitirse el pago de una
matrícula. Además, el impulso de la religión y la subvención a
centros que segregan por sexo son medidas retrógradas según
Rubalcaba, quien tacha al Gobierno de reaccionario mientras las
universidades públicas están dominadas por una izquierda
intolerante, populista y alejada de sus principios originales. Todo
ello constituyen cortinas de humo que intentan ocultar el nefasto resultado
de los planes educativos socialistas.
El éxito académico depende de la
capacidad de sacrificio y no de la capacidad económica; acceder a
la universidad no significa alcanzar intelecto, sabiduría o espíritu
crítico, puesto que deben estar precedidos por la dedicación y el
esfuerzo. Finalmente, debemos apostar por una educación de calidad,
exigente y accesible a todos, entendida como asunto de Estado y
promotora del espíritu crítico, lo cual significa cuestionar el
monopolio de la razón y la intelectualidad arrogada por la izquierda
durante tanto tiempo.
viernes, 28 de junio de 2013
La Unión Europea y las promesas electorales
En 1999, un grupo de países cedieron su soberanía monetaria al Banco Central Europeo y adoptaron
el euro como moneda común. Con ello se pretendía profundizar en la
integración económica, convirtiendo Europa en un coloso capaz de
competir con EEUU y Japón, a través de una moneda fuerte frente al
dólar americano y la libra británica. Efectivamente, España cedía soberanía a cambio de un futuro ilusionante y esperanzador, que nos
haría progresar como país y contribuiría a la convergencia
europea.
Sin embargo, catorce años después y
siendo la crisis económica el gran detonante, el sueño económico
europeo se derrumba por su propio peso. En un contexto donde los
movimientos euroescépticos se incrementan, la ciudadanía de los
Estados miembros se distancia de las instituciones europeas. La
crisis, el primer gran embate sufrido por la Unión Europea nacida
del Tratado de Maastricht, ha puesto de manifiesto los defectos
originarios de la unión: una superestructura construida sobre
pilares endebles y distante de ser una verdadera unión política y
económica, existiendo serios desajustes en la consecución
equilibrada de sus objetivos.
A semejante déficit estructural se une
la mejorable gestión de la dirección europea frente a la crisis
económica, ya que mientras otras grandes potencias económicas se
recuperan, la Eurozona continúa estancada y hundiéndose en la
fangosa recesión. Los países europeos mediterráneos, los llamados
PIGS, no son los únicos que atraviesan dificultades: Estados
económicamente potentes como Francia y Alemania empiezan a presentar
síntomas de agotamiento. En este sentido, muchos reclaman la puesta
en marcha de alternativas frente a la estricta austeridad, políticas
que conduzcan al crecimiento.
El Gobierno esgrime que su política
fiscal está condicionada por las exigencias de Bruselas y el
maquillaje contable de los socialistas. Esto les ha obligado a
incumplir sistemáticamente su programa electoral; son las
circunstancias las que supuestamente obligan al Gobierno a recortar
servicios sociales, subir impuestos y engañar a votantes y
ciudadanía. El objetivo de déficit y el saneamiento de las cuentas
públicas son los escudos esgrimidos por el Gobierno de Mariano Rajoy
para traicionar las ideas liberales y poner en marcha unas políticas
al servicio de la insuficiente austeridad.
Ciertamente la UE establece
determinados objetivos en el marco de sus reglas económicas
fundacionales: el equilibrio presupuestario, el saneamiento de las
cuentas públicas y el mantenimiento de niveles bajos de déficit e
inflación; pero no indica a los Estados miembros cómo han de
alcanzarlos, por lo que la subida impositiva es una elección
exclusiva del Gobierno, a pesar del desvío del centro de atención.
Dicha medida junto a otras ha retrotraído el consumo y disminuido la
recaudación, todo ante la atenta mirada de una Unión Europea que
rechaza abogar por estas medidas y condena el elevado desempleo.
Aunque la ciudadanía ha soportado
grandes esfuerzos y el Gobierno ha emprendido algunas reformas sobre
asuntos relevantes, las reformas esenciales para la supervivencia del
proyecto de convivencia social aún no se han planteado. Siguen siendo tareas pendientes la reducción del
tamaño de una Administración hipertrófica, la recuperación
estatal de competencias vitales como la educación y la sanidad, la
modernización de la organización territorial, una auténtica
transparencia y la separación de poderes. Mientras no se aborden esas cuestiones y se suprima
verdaderamente cualquier gasto superfluo, será difícilmente
justificable cualquier recorte social.
domingo, 16 de junio de 2013
La Ley de Salud Sexual y Reproductiva, y la reforma Gallardón (II)
El
plano jurídico debe ser complementado con el ámbito ético y
moral. En este sentido, el debate no sólo reside en si apostamos por
el derecho a la vida o en si negamos derechos inalienables a la
criatura concebida, sino también a principios elementales de la
condición humana como la responsabilidad y la libertad.
Los
pro abortistas reivindican esta libertad, pero realmente están
promoviendo la irresponsabilidad y el libertinaje, defienden un
egoísmo que ahoga cualquier posible aceptación de las consecuencias
derivadas de los propios actos. Debido a un error y en un ambiente
donde la sexualidad pasa a un plano mundano, se acaba con la vida de
un ser humano poseedor de potenciales oportunidades: derecho a vivir,
crecer y desarrollarse. Entran en una peligrosa espiral donde
cualquier limitación a la absoluta voluntad es considerada opresiva,
reivindican la titularidad de derechos, pero no están dispuestos a
contraer obligaciones ni asumir las consecuencias de sus acciones.
La
incoherencia se ha apropiado de la sociedad, cayendo en la mayor de
las hipocresías sin percatarse de ello. Un claro ejemplo lo aporta
la promoción abolicionista de las corridas de toros, la
reivindicación de la dignidad del animal frente al matador, mientras
se niega cualquier derecho al concebido y el aborto libre es
defendido a ultranza. La sociedad debería reflexionar profundamente
sobre este tema ya que las menores de edad pueden interrumpir su
embarazo sin el conocimiento de sus padres, mientras la compra de
alcohol y tabaco se les prohíbe.
Defendamos
el derecho a la vida y planteemos el debate, mostremos ante un espejo las propias contradicciones de la sociedad. Todo ello conlleva
reformar la Ley de Salud Sexual y Reproductiva manteniendo intactos
sus elementos positivos, restringir la venta de la píldora del día
después e investigar sobre sus posibles consecuencias. En este
sentido, la ley de los supuestos (peligro para la vida de la madre,
violación o malformación) concilia el derecho a la vida con la
libertad de la mujer, debiendo ser complementada por la instrucción
familiar en la responsabilidad y mentalidad de una sexualidad
responsable.
Con
respecto a la reforma Gallardón, no es necesario retroceder a una
legislación que suprima el supuesto de malformación, puesto que
condena irreversiblemente dos vidas humanas, rompiéndose el
equilibrio entre derecho a la vida y libertad. Sin embargo, surge una reflexión en torno
al supuesto de malformación: el avance
científico nos situará en un punto donde podrá elegirse a la carta, y el rechazo a cualquier mínimo defecto nos
retrotraerá a una mentalidad donde sólo merezcan vivir aquellos individuos que reúnan determinadas características físicas.
Sería
igualmente abominable encarcelar mujeres por abortar, imponer el
modelo centroamericano donde el aborto está penado independientemente de las circunstancias. Por lo tanto, se debe
rechazar una legislación opresora, aunque la sociedad deba moverse
hacia la reducción de los embarazos no deseados y los abortos,
reivindicando la concienciación sobre los peligros que supone
contraer enfermedades de transmisión sexual.
Por
último, conviene denunciar el relativismo en el cual la sociedad
occidental se está acomodando: los valores y principios se
desdibujan ante una oleada de falso progreso social. Se
asume como natural el declive intelectual, cultural y emocional, reduciendo el papel familiar al mero residuo.
Mantener relaciones es algo superfluo y carente de compromiso, el
sexo sin verdadera motivación pasa a ser lo común y se rechaza
asumir responsabilidades. Ante este desolador panorama, sólo queda
difundir la reflexión y el respeto a la dignidad de los demás y la nuestra propia.
sábado, 15 de junio de 2013
La Ley de Salud Sexual y Reproductiva, y la reforma Gallardón (I)
La
intención gubernamental de reformar la legislación sobre el aborto
ha reavivado el debate acerca de las cuestiones relativas a los
derechos fundamentales y la maternidad libremente decidida. Para
valorar esta reforma debemos partir desde el análisis de la vigente
Ley de Salud Sexual y Reproductiva, perteneciente al proyecto social
de José Luís Rodríguez Zapatero, según el cual suponía una
conquista en la autonomía personal y los derechos sociales.
El
Preámbulo de la citada ley orgánica planteaba que la anterior
normativa, la de los tres supuestos aprobada por Felipe González,
ofrecía inseguridad jurídica y desprotegía a las mujeres.
Profundizando en esta idea, se manifestaba el retraso de la
legislación española con respecto a la mayoría de países europeos
donde regían leyes de plazos; además, la normativa aprobada por el
ejecutivo socialista planteaba dos ambiciosos proyectos: reducir los
abortos y la transmisión de enfermedades sexuales.
Desde
el punto de vista jurídico, la ley armoniza efectivamente la
legislación española en esta materia con respecto a Europa,
permitiendo el aborto libre hasta las catorce semanas y elevándose
hasta las veintidós semanas en determinados supuestos. No obstante,
ese es su único logro real, puesto que tras tres años de aplicación
no se han reducido los abortos ni la transmisión de enfermedades
sexuales; de hecho, España lidera el ranking europeo de transmisión
de estas enfermedades.
El
fracaso de la ley no puede entenderse sin una medida complementaria:
la liberalización de la venta de la píldora del día después. La
píldora, un fármaco con posibles efectos secundarios perjudiciales,
pasó a convertirse en un método anticonceptivo habitual en
sustitución del tradicional preservativo. Por lo tanto, las buenas
intenciones que recogía la ley de salud sexual y reproductiva
desaparecen ante la liberalización del fármaco.
Ahondado
en este sentido, la norma se distancia de los hechos sociológicos,
ignorando que una buena parte de los jóvenes mantienen relaciones
sexuales sin preservativo, evitando posibles embarazos mediante el
consumo de la píldora. Conforme a este razonamiento, se
sitúa en una balanza el embarazo no deseado y el peligro de contraer
una enfermedad de transmisión sexual, valorando con mayor riesgo el
embarazo y descuidando la higiene sexual. Por lo tanto, la liberalización de la píldora y la Ley Orgánica de Salud Sexual y
Reproductiva conllevan planteamientos contradictorios e incoherentes
con la finalidad última de reducir los abortos y la transmisión de
las enfermedades sexuales.
Para
finalizar con el ámbito estrictamente jurídico, la ley de 2010
rompe con los preceptos contenidos en el Código Civil y la
Constitución acerca de la mayoría de edad, al aplicar dicho régimen
a las jóvenes con edades comprendidas entre los dieciséis y
diecisiete años. Todo ello contradice de manera evidente las
disposiciones de la Ley de Autonomía del Paciente con respecto al
consentimiento relativo a las intervenciones quirúrgicas en los
menores de edad.
Por
otra parte, una vertiente importante es la relativa a las medidas
educativas enunciadas en el artículo 9: “El sistema educativo
contemplará la formación en salud sexual y reproductiva, como parte
del desarrollo integral y de la formación en valores, incluyendo un
enfoque integral que contribuya a: El desarrollo armónico de la
sexualidad acorde a las características de las personas jóvenes”.
Inquieta la referencia a las características de las personas
jóvenes: ¿Cuáles son dichas características? ¿Hacemos referencia
a una educación sexual basada en la inexperiencia y la impulsividad?
¿O tal vez sea un enunciado propio para desarrollar el relativismo
absoluto que inspiró las políticas de Rodríguez Zapatero? ¿Estamos
ante otra herramienta de adoctrinamiento escolar?
domingo, 9 de junio de 2013
Failure of XXI century socialism and time of change in Venezuela
After Hugo Chavez´s death and
following the constitutional orders, it call to presidential
elections in Venezuela, beggining a new chapter at the History of the
Caribbean country. The electoral overturning in relation to october
elections surprised international community: the opposition had
achieved cut a fourteen points distance to the minimum (one comma
eightythree points). The figures showed that bolivarian regime heir
had been rejected by its own electors.
However, the Nicolas Maduro´s poor
victory smells fishy due to it´s too difficult to accept that using
all the ways and resources of statal power, in order to coerce the
vote and pervert the elections, he got only two hundred thousand
votes above Henrique Capriles. As a matter of fact, we can pose some
questions: Are the election results more manipulated than ever? What
would happen if the winner was Capriles?
On one hand, Spanish left, making a
wink to authoritarian regimes, is supporting the electoral results
while it praises the fiability and modernity of the Venezuelan
electoral system. On the other hand, Spanish government has
recognised clumsily the government of Nicolas Maduro despite its
illegitimate, arrogant and authoritarian character. Both of them
should think about the fiability of an electoral telematic inventory
and the moral and ethic rate of the called assisted vote.
Those election results show the falling
of XXI century socialism. During years the government has been
subsidizing the popular sectors of society, instead to teach people
how to generate richness and promote the personal autonomy. The
direct subsidy has attracted the vote of poorest, but it hasn´t
report a well-fare State anyway; due to poverty must be defeated
teaching in hard-work culture, the effort and the equality of
opportunities. Therefore, it´s a wrong perspective to achieve the
social progress through the indiscriminate persecution of richness,
the property collectivization and the statal planification in
citizens life.
These elections will be an advance to
the formal instauration of a comunist dictadure; in fact, the country
has been known as an hybrid State, a pseudodemocracy with
totalitarian characteristics, typical of fascism and with an
important dose of populism which mobilizes people. Chavism will get
down democratic disguise and will repress with the power State any
opposition focus. In the same way, the purpose is stress the
socialist revolution; that point of view is according with
penitentiary secretary and Nicolás Maduro statements (“Anyone will hurt you, but I am preparing the cell where you will have to pay for your crimes, because you´re a fascist and killer”; “Capriles fascist, I´ll working hard in order to make you pay all the damage you´re inflicting to our country and people”).
Opposition
is not fighting against government plan, but a statal project: right
now, the Venezuelan government is owner of the State, turning to
property of socialist revolution. It´s not easy to defend the ideas
of change in a not neutral State where oficialism shakes its bases
and use coercion in order to get the victory. In that way, it´s
amazing the effort made by Venezuelan opposition which is facing the
Bolivarian politics on ideas field.
Venezuela
is poorer than fourteen years ago: it grows up in a slowler rhythm
than its continental neighbours and it´s the most second violent
country of Latin America. Apart from, the panorama is complemented by
any positive figures such as the drop of the petroleum production and
a galloping inflation. On that abominable situation, Capriles
represents a movement of change and renovation, he knows the ways
which could situate Venezuela in the right place as emergent power.
domingo, 28 de abril de 2013
Fracaso del socialismo del siglo XXI y tiempo de cambios en Venezuela.
Tras la muerte de Hugo Chávez y
siguiendo los mandatos constitucionales, se convocaron elecciones presidenciales en Venezuela, iniciándose un nuevo
capítulo en la historia del país caribeño. El vuelco electoral con
respecto a las elecciones de octubre sorprendió a la comunidad
internacional: la oposición venezolana había logrado recortar una
distancia de catorce puntos hasta la mínima (1,83 puntos). Los datos
demostraban que el heredero del régimen bolivariano había sido
rechazado incluso entre gran parte de su electorado.
Sin embargo, es dudosa la raquítica
victoria de Nicolás Maduro puesto que resulta difícil concebir que
contando con los resortes y mecanismo del poder estatal para
coaccionar el voto y pervertir las elecciones, tan sólo haya logrado
200.000 votos sobre Henrique Capriles. De esta manera, queda
planteada una gran incógnita: ¿y si realmente el ganador ha sido
Capriles y los resultados se han manipulado más de lo habitual?
La izquierda española, haciendo un
guiño a los regímenes autoritarios, respalda el resultado electoral
mientras alaba la fiabilidad y modernidad del sistema electoral
venezolano. Por su parte, el Gobierno español ha reconocido
torpemente al Gobierno de Nicolás Maduro pese a su ilegitimidad,
prepotencia y sesgo autoritario. Tanto el gobierno como la izquierda
deberían preguntarse en qué medida es fiable un recuento electoral
telemático y el grado de moralidad y ética del llamado “voto
asistido”.
Estos resultados electorales evidencian
el desmoronamiento del socialismo del siglo XXI. Durante años el
Gobierno ha estado subvencionando directamente a los sectores
populares de la sociedad, en vez de enseñar a generar riqueza e
inculcar la autonomía personal. La subvención directa ha logrado
captar el voto de los más desfavorecidos pero en ningún caso ha
reportado bienestar, puesto que la pobreza se combate instruyendo en
la cultura del trabajo, el esfuerzo y la igualdad de oportunidades.
En definitiva, constituye un planteamiento erróneo lograr el
progreso social mediante la persecución indiscriminada de la riqueza,
la colectivización de la propiedad y la planificación estatal en
todos los aspectos de la vida.
Estas elecciones supondrán un avance
hacia la instauración formal de una dictadura comunista; y es que el
país se ha caracterizado por ser un Estado híbrido, una
pseudodemocracia con tintes totalitarios propios del fascismo y con una dosis importante de populismo que moviliza masas.
El chavismo se despojará del envoltorio democrático y reprimirá
con el poder desatado del Estado cualquier foco opositor; y es que la
intención de radicalizar la revolución socialista se extrae de las
declaraciones de la ministra del servicio penitenciario de Venezuela
(“Nadie va a atentar contra ti, pero estoy preparando la celda
donde vas a tener que ir a purgar tus crímenes, porque eres un
fascista y un asesino”) y el presidente electo (“Capriles
fascista, me encargaré personalmente que pagues por todo el daño
que estás haciendo a nuestra patria y a nuestro pueblo”).
Los opositores no están enfrentándose
al planteamiento gubernamental, sino a un proyecto estatal: el
Gobierno venezolano se ha apropiado del Estado, convirtiéndolo en
propiedad de la revolución socialista. No resulta fácil defender
las ideas de cambio en un Estado no neutral donde el oficialismo
moviliza sus bases y utiliza la coacción para alcanzar la victoria.
En este sentido, es digno de admiración el esfuerzo realizado por la
oposición venezolana cuestionando abiertamente las políticas
bolivarianas en el campo de las ideas.
Venezuela es más pobre que hace
catorce años, crece a un ritmo más lento que sus vecinos
continentales y es el segundo país más violento de América latina,
panorama complementado por datos nada reconfortantes como el
descenso de la producción petrolera y una galopante inflación. En
esta pésima situación, Capriles representa un movimiento de cambio y
renovación, conociendo las fórmulas que situarán a Venezuela en el
lugar que le corresponde como potencia emergente: aumento de la
producción, internacionalización de la economía y lucha firme
contra la delincuencia.
En definitiva, no puede hablarse de
democracia donde no existe separación nítida de poderes; tampoco donde los miembros del Consejo Nacional Electoral son elegidos
por el Gobierno, y menos aún donde los funcionarios ven
condicionada su libertad para votar. Y por último, tampoco puede existir
democracia en un Estado donde el presidente electo dice ser “hijo”
y “heredero” del anterior presidente, puesto que en democracia existen líderes y estadistas, pero nunca herederos.
domingo, 21 de abril de 2013
El ser y el deber ser del modelo universitario actual.
El acceso a la educación universitaria
supone un gran salto cualitativo. La universidad amplía nuestras fronteras
intelectuales y pone a nuestro alcance la formación superior. Sin
embargo, la entrada en la institución no sólo conlleva
profundización en el conocimiento, sino un estilo de reflexión y
estudio guiado por el espíritu racional y
crítico.
Actualmente, la universidad pública
española es poco selectiva, prescindiendo de filtros
en búsqueda de la auténtica calidad. Profundizando en este sentido, ingresan
personas que realmente no poseen vocación o que deciden incorporarse a la institución como consecuencia de la inercia social, conforme a la cual lo natural es iniciar estudios universitarios. De esta manera, la búsqueda de la verdad, el
conocimiento y nuevos enfoques de la realidad no constituyen los
motivos esenciales del ingreso en las facultades universitarias.
Nos encontramos ante un exceso de
demanda que trae consigo la masificación de las aulas y el deterioro
de la relación entre alumno y profesor, en un ambiente de
mediocridad y desinterés donde los nombres se convierten en
números. La masificación supone un despilfarro de los
recursos públicos y los ingresos de las familias, quienes dilapidan su
patrimonio en la formación universitaria de muchos jóvenes que ni
tienen vocación ni son conscientes del privilegio que supone
pertenecer a la institución universitaria.
Los jóvenes deben entender que están condenados al fracaso quienes entran en la universidad guiados por intereses superfluos, sin metas medianamente definidas, o conducidos por una sociedad que no se plantea otras salidas profesionales. El sustento de este razonamiento lo aportan las estadísticas: masificación de las aulas de primero de grado y un número reducido de graduados finales. Debemos entender que a pesar de terminar la aventura universitaria los mejor preparados, el despilfarro de los recursos públicos y familiares es irreparable.
Los jóvenes deben entender que están condenados al fracaso quienes entran en la universidad guiados por intereses superfluos, sin metas medianamente definidas, o conducidos por una sociedad que no se plantea otras salidas profesionales. El sustento de este razonamiento lo aportan las estadísticas: masificación de las aulas de primero de grado y un número reducido de graduados finales. Debemos entender que a pesar de terminar la aventura universitaria los mejor preparados, el despilfarro de los recursos públicos y familiares es irreparable.
Para contrarrestar esta tendencia deben
aplicarse estrictos controles en la entrega de becas públicas y la
instauración de mayores filtros no aplicables al ámbito económico
con el aumento de tasas, sino elevando las exigencias y notas de
acceso. También es fundamental la puesta en marcha de un programa educativo estable en el tiempo, por encima de ideologías e inmune a las reformas políticas del Gobierno de turno.
El funcionamiento universitario deficiente no es consecuencia única de los alumnos, el borreguismo imperante o el desinterés de los padres en
la formación y vocación intelectual de sus hijos, sino que también
son responsables las autoridades universitarias y los programas
educativos.
Bolonia y la legislación europea condicionan el planteamiento y estructuración de las clases universitarias, pero es difícil aceptar
que la implantación del grado europeo amordace la autonomía
universitaria española de tal forma que la chabacanería y la desidia sean el
ambiente imperante en las facultades.
En este sentido, la universidad no es
una institución divina, sino una institución formada por personas y
guiada por profesionales encargados de poner en práctica desde la organización y la logística los valores que presiden la institución. Por lo tanto, estos profesionales asumen gran parte de la
responsabilidad en el triunfo o fracaso del proyecto, así como del
prestigio y eficacia del centro.
En el caso de la universidad pública
canaria, es difícil alcanzar el máximo rendimiento mediante un reducido horario presencial que ocupa de lunes a
miércoles. Tampoco es idóneo que asignaturas cuatrimestrales distribuidas en clases teóricas, prácticas y seminarios sean impartidas por tres docentes diferentes, al mismo tiempo que se apuesta por la personalización de la enseñanza. Todo ello desencadena un contexto
en el que las primeras víctimas son la constancia y el aprendizaje
significativo.
Desde una perspectiva optimista, nos enfrentamos a una tendencia extendida
y generalizada pero cuyas coordenadas están claramente delimitadas,
conociendo sus causas y consecuencias. De esta forma, sabemos cuáles
son las herramientas que deben emplearse para convertir las facultades en centros de auténtica intelectualidad, presidida por el espíritu crítico y alejada de tergiversaciones ideológicas. Debemos apostar por un modelo universitario elitista donde exista igualdad de oportunidades para quienes no dispongan de recursos económicos y posean talento, espíritu de superación y ambición.
En este modelo intelectualmente elitista no deberían olvidarse los valores morales directores de cualquier actividad personal o profesional, ya que ese canon universitario fracasará si prescinde del enfoque humano y social. Conceder una importancia desorbitada al conocimiento teórico sin subordinarlo al progreso y bienestar social significaría incurrir en un grave error.
En definitiva, el modelo universitario propuesto debe favorecer el ambiente para el desarrollo del espíritu crítico, aportar nuevos enfoques a una sociedad excesivamente maleable y contribuir al progreso de nuestro país.
En este modelo intelectualmente elitista no deberían olvidarse los valores morales directores de cualquier actividad personal o profesional, ya que ese canon universitario fracasará si prescinde del enfoque humano y social. Conceder una importancia desorbitada al conocimiento teórico sin subordinarlo al progreso y bienestar social significaría incurrir en un grave error.
En definitiva, el modelo universitario propuesto debe favorecer el ambiente para el desarrollo del espíritu crítico, aportar nuevos enfoques a una sociedad excesivamente maleable y contribuir al progreso de nuestro país.
domingo, 7 de abril de 2013
Roman Republic and contemporaneus democracy (II)
From that point of view, since 1978 we
have been enjoying a parlamentarian regime which was a dream
during
centuries; also we have to remember the traumatic experience of the
Second Republic and Franco´s dictadure.As a rule, in European scene we are not concerned about democracy difficulties during the Second World War, when Nazism tried to conquest European continent; either we recognise the breakable equilibrium at Cold War between Soviet bloc and nerveless occidental democracies. It meant not only an economic discussion, but also political and philosophic.
If citizens didn´t feel democratic
system can respond satisfactorily their requirements, they would
become away from and hate democratic values; that´s the most
dangerous risk we have to face. As we have seen with August and the
Republic, any conspirator disguissed of democrat will be able to
tranform the system helped by the passivity of citizenship and using
populist and demagogic instruments.
Restore citizens
confidence on the Right State and focus on the studying of History
and democratic postulates are the best guarantee in order to avoid
tacit changes of regime. That´s why I strongly believe we need to
renove the nobility of politic, making the popular representation
impregnates its legislative and philosophical activities through the
intelectual height of Classic Culture. I´m talking about those
values which took place in Ancient Greece and Roman republic known
how to reproduce in perfect way.
Nevertheless, it´s not
enough with demand more preparation to our politicians, it´s
necessary to demand an high level of citizenship intelectual
preparation, teaching to our young generations the seed of racional
and critic knowledge. Universities must teach looking at values
represented by democracy, avoiding political indoctrinatement,
imposition of dogmas and ideological fanatism.
In conclusion, the before
reasoning should be the way to the democratic and social
recuperation; if we don´t undertake the essential reforms about
internal troubles of Democracy, we will take the risk of repeat
traumatical historical experiences.
viernes, 5 de abril de 2013
Roman Republic and contemporaneus democracy (I)
From our current historic perspective,
we use to think the values that inspire our juridical legislation
came from French Revolution. However, that statement is not exactly
true due to the outbreak of French Revolution was the performing of values which origins and development were situated
many centuries before.
We are talking about values borned in
the Ancient Greece, being aplicated at the end of sixth century
before Jesus Christ and taking end with the invasion and victory of
Filipo´s soldiers above Athenian army. Nevertheless, the Athenian
democratic seed come back and blossomed many times in the History
with better or worse luck; that´s why Democracy was tried at every
time.
The Roman republic was inspired on
those values, becoming a rather advanced form of political
organisation for the epoch. Evidently it wasn´t a perfect democracy;
in fact, the system vote and the magistratures access were
conditioned by an aristocratic character. Apart from that situation,
Roman republic can be considered as a perfect precedent of our
contemporaneous democracy, sharing the basic and intemporal nucleus:
the politic power must be subject to the laws voted by citizens.
Focusing on the formal and material
perfection of Republican conception, institutions of our current
democratic system are being affected by troubles that Roman
institutions never had. Therefore, justice, power distribution
and sovereignty thinkings that head this first democratic formulation
have been valid for all time and all places. Those ideas are kept as
universal values that must be object of respect, lauding and
veneration.
However, the republican regime
disappeared formally centuries later since the proclamation of
Absolute Empire by Dioclesiano in 284 after Jesus Christ.
Nevertheless, the truth is that republic began to descompose
materially many years before, with August´s populist government and
his power play. August known how to camouflage his personal ambitious
and achieve an ilimitated power and influence. He claimed himself as
the institutions guardian while he was destroying astutely the
republican constitution; that´s why nobody wasn´t able to thwart
his authentic purpose.
From critic spirit and Law student
perspective, the disappearing and sustitution of the republican
regime for the Principality due to the August´s populist actions
it´s a recurrent historical image. In that way, it´s usually to say
the people who doesn´t know his History is condemned to repeat it,
specially those traumatical events which people was not able to
extract learnings.
Stressing on that idea and from a
general position, it seems to me that if Occident isn´t concerned
about democracy troubles during the History, we will take the risk of
trivialise and situate it in a second place.
The biggest challenge of democracy
system is fight against those bads wich try to destroy it from
inside. In order to manage this achivement, democracy needs to have
all the necessaries instruments which let discover false messiahs and
disguised menaces; but first at all, we should to work out the
citizens confidence in the political system.
Currently we´re in a deadlock, it
means we are trivialising ethic values and the Right State. We have
fallen in the mistake to think the borning of a democratic regime in
Spain and the hegemony of representative system in Europe are
achievements reached without effort. We have taken for secure
democracy is inherent ourselves and immune to any social or
economical event.
miércoles, 6 de marzo de 2013
Nationalism, measles of Humanity
The President of
the Generalitat and his ministerial teamwork ignore in democracy
there are some aspects where a parlamentarian majority is not enough,
either an absolute majority. Consequently there are freedom areas
where political institutions must keep special protection and
respect. In the same way, it reminds me a discussion that took place
between the political parties during the Second Spanish Republic: the
Court of Constitutional Guarantees.
On one hand, some
members of the Congress were against the institution of that kind of
Court, due to they believed the Constitution had to be defended by
political controls and actions. On the other hand, from a broadminded
position, other movement defended the requierement of the Court of
Constitutional Guarantees wich would assure the rights and freedoms
of minorities and the overall society at the same time, forbading
their vulneration by a parlamentarian majority.
It´s too easy to
extrapolate that historical situation to our current Spain, where a
government majority is attemping to impose unilaterally the opinion
of his electors above the rest of Catalonian society, and generally
above Spanish society. That authoritarian nationalism, prelude of a
pseudofascism ideology, is one of the elements that most damage and
instability can provoke to our democracy.
For the
nationalism only exists one vision of Catalonia, wich have to be
impose above any other pluralist conception about society. For that
reason they are inspired in an ideal and hermetic full-blooded breed,
seemed at fascist mindset. Catalonian nationalism ignore the origins
of many catalan people are from the south peninsular migratory
movements, which contributed to the rising of catalan industry.
Moreover, this nationalism with fascist characters use political
action to asphyxiate their enemies and go after any oposition; that´s
why nationalism is impeding children get into school in Spanish
language and is subsidizing some groups in order to transmit an only
one vision of Catalonia: the secessionist vision.
What will do the
Catalan state with those people that want to be Spaniards? Will they
be declared as State enemies and exiled? What will do against those
people who want their children study in Spanish language? How will
explain the Catalan government after independence Catalonia continue
sunk in the deep economical crisis? Will it continue blaming on the
evil Spanish state?
Many people
reclaim Catalonia can choose freely, despite opinion of the rest of
the country. We could estimate that view when defenders of national
union were in equality conditions in the fight against separatists.
That means estimate the right of autonomy and self determination when
nationalists teach Spanish History without one-sided vision and away
from doctrinaire education.
However I
understand the difficulty that suppose teach a passionate history of
Spain, with his failures and achievements, in Vasque, Canary and
Catalan schools. I wonder what would happen if they explained always
existed an unitary concern between the Hispanic kingdoms: the “Regnum
Hispanae”; and I wonder what would happen if they explained the
unification of Law brought the entry of Spain (and Catalonia too) in
Modern age. Therefore it´s easy to imagine nationalist indignation
when myths about Spanish burglary, the Succession War and the rest of
historical deceits were dismantled.
Nationalist is
trying to finish nerveless Spain off, and is setting to be owner of
Catalonia using volatile feelings. Catalan people should understand
the enemy is the division planned by politicians that don´t know how
to hide their failures and corruptions, instead of Spain.
Finally, in a
moment of institutional, political, economical and social crisis, the
only way for the Spanish survivor is the creation of an ambicious
national project wich renove the constitutional pact of 1978; a pact
where everyone can contribute to the happiness of the country. For
that reason its essential that institutions apply the Constitution
with security and determination in the renovated project; and his
conservation as supreme juridical rule.
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