Por fin lo lograron, España, campeona del mundo. Tras numerosas derrotas y fracasos han logrado hacerse con el triunfo definitivo, que acredita su condición de primera potencia futbolística del mundo. Mucha gente dice "es darle patadas a una pelota" o "son 22 tíos corriendo detrás de una pelota", y tal vez tengan razón pero el que tenga un mínimo sentimiento de español vibrará cuando juega la selección, sus representantes. Es un sentimiento.
España ha ganado, a pesar del juego sucio holandés y del arbitro. Me parece que muchas empresas van a tener que cumplir su palabra, han arriesgado y perdido con una política comercial agresiva que se basaba en la derrota de la Selección.
Dicen que cuando un país está en decadencia política, todas las manifestaciones artísticas crecen. Yo pienso que ésto es así, no sólo por la selección española de fútbol, sino por el resto de nuestros deportistas. Como es el caso de Rafa Nadal, que ha vuelto a ganar Wimbledon; Fernando Alonso, que aunque no esté en la cresta de la ola nos ha hecho disfrutar siendo dos veces campeón del mundo; la presencia española en motociclismo (Pedrosa, Jorge Lorenzo...) y la varias veces campeona selección española de baloncesto.
Los ejemplos citados anteriormente son tan sólo una parte del brillo deportivo español, ya que en casi todas las categorías inferiores estamos siempre a la altura.
También quiero hacer una lectura política: Siempre que conseguimos un gran triunfo (Mundial de Baloncesto 2006, Eurocopa 2008 y Mundial de Fútbol 2010) veo a Zapatero intentando sacar el mayor jugo a las victorias. Tal vez sea lo correcto (el recibir a los ganadores) pero a mi verlo con sus discursos para después sacarse la foto y botar con nuestros deportistas me pone los pelos de punta. El señor presidente del gobierno y los políticos en general debería aprender de nuestros deportistas, ellos hacen lo que estos señores son incapaces de hacer con toda su palabrería: durante un rato hacen olvidar a los ciudadanos que deben pagar una hipoteca, devolver un préstamo o mantener una familia en la que la mayoría esta en paro.